viernes, 27 de julio de 2012

Pasado imperfecto.


Él se hace preguntas que probablemente yo me hacía a su edad. personas como él o como yo no nos cansamos nunca de preguntarnos, de atormentarnos con la ineludible interrogante a cada momento, es como una forma de vida, es como el aliciente cotidiano. Nos atormentamos con preguntas, que la mayoría de veces no tienen o no encuentran respuesta. Me da ternura verlo, porque yo ya pasé por eso, porque lo entiendo, porque a veces trato de darle ánimos... Y creo que mis palabras son en vano, porque, por ahora, no entiende. No puede entender que yo ya me frustré esperando que mis ideas fueran aprobadas, que yo ya me frusté por años esperando reconocimiento por mi trabajo, esperando tener brainstormings lindos siempre y que de ellos salieran las mejores ideas y que fueran aprobadas y que fueran hechas... Y cuando le digo "dentro de quince años te vas a estar riendo de esto" y cosas así, él me sigue viendo con ojos tristes. Porque no me cree. ¿Y cómo sé que no me cree? Porque ni siquiera pone atención a lo que le estoy diciendo.

Yo también me pregunté alguna vez en la vida si esto que estoy haciendo es mi pasión verdadera. Hace poco me lo seguía preguntando hasta que encontré respuesta.

Ahora lo tengo bien claro.

Mientras tanto, es bueno que él se siga preguntando, frustando, entristeciendo, ensimismando... No creo que el mundo o la vida se le acabe con eso.

Seguramente si no se cuestionara, si no se deprimiera y eso, no llegaría nunca a donde va a estar dentro de quince años. A él, quince años le va a parecer una eternidad vista desde ahora, lo sé. Pero cuando esté allí no va a entender a dónde se fue todo ese tiempo y se va a reír de las preguntas de ahora.

Seguramente.

domingo, 22 de julio de 2012

Momentos del pasado

Vengo de una familia que guarda cosas, papeles, fotos, memorias. El que es mi esposo, también. Y creo que de alguna manera, los dos hemos aprendido a valorar los recuerdos, todas esas cosas que en algún tiempo remoto estuvieron en las manos de nuestros papás, abuelos... Bisabuelos.

Hoy, ordenando la casa, volví a reencontrarme con muchos de esos momentos del pasado medio gringo de "el que duerme a la par mía". Y no dejo de sorprenderme. Maravillarme.

Caja de herramientas para coser sacos















Interior de la caja. Fecha más antigua: 1874















Complete German Grammar, alrededor de 1900



















Detalle del libro. Figuras y letras embozadas.















Abe Lincoln Stories and Speeches















Interior hermoso

Fecha de publicación de los Speeches de Lincoln.
Variedad de postales, billetes, estampillas y sobres antiguos.

Detalle de una de las postales.

Billete de Hungría.

Sobre con estampilla de 1911. Creo.















Colección The Lock and Key Library. Varias narraciones.

Portada de tela y con sello embozado.










































Plancha y molino de café de la abuela salvadoreña.

domingo, 15 de julio de 2012

Poéticamente Saramago




A Saramago lo conocí hace apenas unos años, me sorprendió con Casi Un Objeto, una colección de seis historias que hablan, precisamente, de objetos. La maestría con la que cuenta cómo un hombre va cayendo de una silla que se quiebra -el relato se lleva más de 30 páginas es eso y se llama, "casualmente", Silla-, me dejó con la boca abierta y con la necesidad de releerlo varias veces -su prosa es muy densa, como sabrán-. En fin que de allí pasé a El Cuento de la Isla Desconocida, y, siguiendo el crescendo en temas, pasé a El Evangelio Según Jesucristo, el cual, he de decir, estoy leyendo desde que lo compré hace alrededor de diez años. No logro pasar de las primeras cien páginas. Cabe decir que tiene casi quinientas.


En fin, que Saramago tiene un lado poético casi desconocido [ o por lo menos lo era para mí ] y ha resultado ser el que más me ha gustado. Al contrario de sus relatos, su prosa es bastante sencilla, llena de imágenes hermosas.

Este es uno de mis favoritos:

Taxidermia o Poéticamente Hipócrita

¿Puedo hablar de muerte mientras vivo?
¿Puedo aullar de hambre imaginada?
¿Puedo luchar en versos escondido?
¿Puedo fingirlo todo, siendo nada?

¿Puedo sacar verdades de mentiras,
o inundar de fuentes un desierto?
¿Puedo cambiar de cuerdas y de liras,
y hacer de mala noche sol abierto?

Si todo a vanas palabras se reduce
y con ellas cubro mi retirada,
desde la cima de la sombra niego luz
como la canción que se niega embalsamada.

Ojos de cristal y a las prisioneras,
gastadas las palabras me he quedado
cual rastro de las cosas verdaderas.

domingo, 8 de julio de 2012

Keep Calm And...




Estos tres son dedicados al querido Miguel Molina [ alias @puniodeletras ] Nacen de frases, palabras e historias que compartimos, algo así:



lunes, 2 de julio de 2012

Hay vida después de los cuarenta.

Cuando uno tiene veintitantos años cree que el mundo le pertenece, que tiene la verdad absoluta, que no le queda nada más por vivir, que no tiene más que aprender, que no tiene más que decir...
De hecho, cuando yo tenía veintitantos años estaba segura de que nunca me iba a casar, que no iba a tener hijos, que iba a ser la eterna hippie de faldas largas, oyendo canciones de Pink Floyd, repitiéndose eternamente "uhhhh, babe, but when I'll pick up the phone, there still nobody home..." Y que de alguna manera iba a cambiar el mundo con mis ideas revolucionarias y de vanguardia.

Mñeeeeee!

Ahora, veintitantos años después me doy cuenta de que de todo aquello solo queda la curiosidad, el pensamiento ingenuo de que en el momento menos esperado uno estará a punto de cambiar al mundo. Y es irónico, porque recuerdo que veía a los de cuarentaytantos e imaginaba que para aquellos pobres la vida había terminado, que no podrían haber más ilusiones y sueños y cosas por aprender a esas edades... Y pensaba en qué aburridas esas vidas sin más afán que seguir y esperar.

Ahora, veintitantos años después desearía volver a la edad aquella o al menos escribirme una carta como "Dear Young Me", y explicarme  que todos esos dilemas existenciales, amorosos, filosóficos, no son más que parte del crecimiento y aprendizaje. Quisiera decirme y decirles a todos los que fueron veinteañeros conmigo y a los que los son ahora: la vida no tiene por qué ser ese eterno combate con los otros y uno mismo, el amor no es -o son- esa serie de tropiezos, esa serie de equivocaciones; el amor no es una batalla ni suenan violines o música de fondo ni tiene por qué ser tormentoso ni es como las películas y las canciones nos lo pintan.

El amor es otra cosa. Y si lo piensan bien, queridos lectores de más de 35 años, la vida también es otra cosa diferente a la que uno se imagina a los 20.

Y, les diré, aparte de las noches interminables de andar jodiendo sin que al día siguiente te doliera ni un pelo; no cambiaría nada por lo que tengo ahora. Mejor dicho: por lo que soy ahora. Quién dice que no se puede seguir aprendiendo, quién dice que no te podés seguir preguntando, quién dice que el corazón no se puede seguir emocionando...

Sí, para los que se lo preguntan: hay vida después de los cuarenta. Y les diré: es mejor de lo que se imaginan.