domingo, 20 de septiembre de 2015

Vivir para sorprenderse. (Todos los días)

"We have a responsibility to awe". 

Debo confesar que algunas de las mejores amistades que tengo las hice en Twitter, como por ejemplo, a @Accidental_ y @sinrevelar las conocí allí, luego en persona, luego hicimos conexiones increíbles, terminamos abriendo un blog juntas, ¡ellas dos terminaron trabajando juntas! Ahora comemos Chory's de vez en cuando las tres y pensamos que de alguna forma vamos a conquistar el mundo escribiendo relatos y escuchando música. Oh, sí.

Y una de esas coincidencias en las redes me llevó a hacer una de las conexiones más inusitadas de mi vida. Lean esto con atención: hace algunos años, alrededor de 6 o 7 comencé esa otra afición adictiva por observar las nubes. Fotografiarlas. Tratar de entender sus formas, colores, densidad. Eso. Y eso me llevó a compartirlas. Y eso me llevó a seguir The Cloud Appreciation Society y hacer publicaciones regulares de mis fotos en su cuenta de Twitter. Resulta que una de esas publicaciones (no me pidan que la publique, please, fue hace miles de años) fue vista por William Van Doren (The Very Rich Hours) y a él le resultó bastante parecida a una de sus pinturas (otra vez: no me pidan que la publique, me tardaría mil horas en encontrarla) y me lo comentó en Twitter.

Y bueno, queridos, la historia es larga. La amistad se trasladó a gmail y por más de dos años hemos compartido nuestras perspectivas del cielo, los atardeceres, las nubes, los amaneceres, nuestros puntos de vista acerca de miles de otros temas como la música, el arte, la vida... Como podrán ver en su página web o cuenta de FB, William Van Doren ha pintado el atardecer todos los días desde enero de 2006, pueden leer acerca de eso aquí. Y uno, o una no puede dejar de admirar algo como eso. Y ajá, otra vez las redes me llevan a una amistad de fuertes intereses y conexiones. Una amistad "imaginaria", dirán aquellos ilusos que no se dan cuenta del poder que pueden tener conexiones como esas.

Sí, ILUSOS, dije.

La cosa es que a uno de mis hijos se le presentó la oportunidad de ir a Washington en enero de este año como parte de un grupo de su escuela... Eso qué tiene que ver, se preguntarán ustedes. Paciencia, amiguitos, ya vamos a llegar allí. Y que, bueno, el hijo no pudo ir por diversas circunstancias que no vienen al caso en esta historia. El pasaje ya estaba pagado y de alguna forma le teníamos que dar uso y sí, nos fuimos a Washington en estas vacaciones de agosto y sí, casualmente Charlotesville, la ciudad en donde vive el pintor queda a casi una hora de Washington.

Y, queridos, que sí, un miércoles bastante cálido nos encontramos en The National Air and Space Museum (el menos interesante de los museos de Smithsonian que pudimos vistar, según el rating de estos dos visitantes). Y, al contrario de lo que todos creen, Washington no solo es Capitolio, Casa Blanca y Monumento a Lincoln y eso; no, Washington es una oportunidad de más de 15 museos gratis. GRATIS, dije. Así que, emocionados, con mi hijo adolescente y el pintor de los más de 5 mil atardeceres nos fuimos a visitar galerías de arte, museos de arte, patios de arte, entre almuerzos demasiado tardes y café demasiado negro.






























Uno no debería ir por la vida desaprovechando la capacidad de sorprenderse, de conocer gente que sorprenda, de vivir momentos sorprendentes. Uno no debería ir por la vida con el cinismo de no darse la oportunidad de mantenerse vivo por el simple hecho de la curiosidad. Conocer una persona sorprendente tampoco pasa todos los días. Conocer una persona que es pintor, músico, escritor... Que nunca recibió una clase de pintura, que entrevistó a BB King, que fue el primer escritor contratado para escribir el guión de Titanic, tampoco pasa todos los días. Conocer a una persona que además de todo eso, es jovial y divertido, con el alma tan joven que cautiva a tu hijo adolescente, una persona con la que se puede hablar de historia del arte, hasta cosas tan banales como cómo suena Creep en su versión literal en español. Alguien con quien te podés reír de cosas como esas mientras miles de turistas de todas las nacionalidades pasan.

Alguien que te permite ser parte de uno de sus miles de atardeceres:





















Eso es un regalo. Un regalo, también, es tener colgada esa pintura en la pared más azul de mi casa:























Actualización: el 13 de enero de 2019, realizando una de sus tareas favoritas -cortar leña-, el pintor de los más de 5 mil atardeceres fue golpeado en la cabeza con un tronco que saltó al golpe del hacha. siete días después, murió.