martes, 22 de julio de 2014

Nunca sentí esto con nadie.

Pequeños y pequeñas que visitan este su humilde blog: solo he venido aquí para recordarles o afirmarles, digamos; que cuando están en una relación y el objeto de su afecto les dice "nunca sentí esto con nadie", no es un piropo o algo parecido... Y, ah, sí, siempre-siempre (SIEMPRE, dije) se los van a repetir, a subrayar, a recalcar... Sobre todo cuando realmente no hay mucho que decir.

Pero sepan: "nunca he sentido esto con nadie" no es la frase más novedosa que alguien haya podido inventar o decir o crear.

NUNCA HE SENTIDO ESTO CON NADIE
es una verdad absoluta e irrefutable, amiguitos.
Es científico ¡¡Nunca nadie va a sentir lo mismo con alguien!!

¿No sé si me explico?

En todo caso pueden decir algo más original como: ningún libro de texto de sicología o teoría del acercamiento espiritual y emocional entre dos personas tiene la capacidad para explicar lo que siento por vos. O tal vez: estar contigo es como estar presente en el fin del mundo.

Nada... Solo son ideas.

sábado, 12 de julio de 2014

Reflexiones a la hora del café.





















La paz mental es una cosa sagrada y debería ser delito atentar contra la misma. En mi cabecita Sagitario sin remedio, siempre he sido pacifista, tolerante y tiendo a "sobrequerer" a la gente. Soy capaz de aguantar agravios, malos tratos y desdenes de parte de alguien por el solo hecho de quererlo-a. Pero sí, como todo en esta vida, hay niveles.

Reflexión 1. Humanos, que la tolerancia y buena onda no los lleve a la pendejez. YA BASTA.


Nosotros, humanos, mortales y simples; tendemos a preocuparnos por cada cosa... Yo sé, yo sé. Tenemos necesidades. Deudas que saldar. Gastos que hacer. Pero, beibes, que la preocupación más alarmante de "vuestros" viernes sea que no han pagado y ya no tienen pisto para comprar cervezas es bastante triste, mientras los niños de Gaza están preocupados por que no les vaya a caer una bomba o haya mujeres en El Salvador que trabajan 20 horas diarias y reciben alrededor de 2-3 dólares por ese trabajo...

Reflexión 2. Lo dije el sábado en Instagram: uno se lamenta por su vidita, mientras otros tiene problemas de verdad, problemas serios, tristes, y, a veces, sin remedio.


Hablando de los niños de la Franja de Gaza...  Mientras escribo esto, Israel anunció que iniciará una invasión a Gaza en algunas horas. Al mismo tiempo el mundo mira un partido de fútbol (el MUNDO, dije) y la preocupación más grande en estos momentos es si Robben está inventando penales otra vez o no.

Reflexión 3. Como dice un querido compañero de trabajo: el fútbol es el mismísimo anticristo. 


Después de haber hecho las dos reflexiones anteriores, ya no podría hablar de la cuarta que se trataba de una cosa tan vana y egocéntrica como lo bien que se siente salirse un día completo de la oficina e irse a brainstormear en otro lugar y con otras gentes. Otras gentes que se emocionan igual que vos de "pilear" aunque sea incoherencias e irse a caminar por las calles de Tecla y comprarse sorbetes de carretón y comprar pan dulce de la calle... Y así.

Reflexión 4. Hubiera dejado esta reflexión para el principio. 

lunes, 7 de julio de 2014

Ejercicio de desbloqueo de una noche de verano.

Escribir. Escribir aquí, allá o más allá. Pero escribir. Decir algo. Algo porque sí, como hacen todos hoy en día. Algo sin sentido, digamos. Como que el cielo no es azul desde hace días, semanas, meses. Como que no siempre podés tener lo que querés. Como que el sol no sale para todos o al menos eso parece. Escribir sin ver el teclado, con la mirada fija en la pared, que a esta hora es de color indefinido, escribir viendo los lomos de los libros. Camino de Hormigas. La Trilogía de Nueva York. Salvajes. El Hombre Ilustrado. Appunti di Viaggio. Escribir. Escribir aunque sea los nombres de los libros. Saber que eso no te va a llevar a nada. Solo a gastar palabras. A matar el tiempo. A creer que estás haciendo algo relevante. Escribiendo sin sentido ni nada. El cuchito Viena 2015, parado en una esquina del escritorio. Los caracoles y conchas de mares lejanos y olvidados. Las tristezas y oscuridades de un mundo extraño. Los dolores para los que no estabas preparada. Tratar de escribir dolores dos veces y que las dos veces se escriba colores. Colores que no son. Odiar los calendarios. Odiarlos porque no los necesitás. Odiar que te recuerden que es ese día de julio. Que es esa noche de julio. De otro julio y otro tiempo. Escribir. Escribir. Escribir. Escribir porque así se preparan tus dedos y cerebro para escribir otras cosas más relevantes. Escribir como ejercicio. Como deuda interminable. Escribir porque es lo único que queda. Tirar palabras por allí. Tratar de darles sentido. Hilvanarlas. Tejerlas como enredaderas en el cerebro. Imparables.


(Que los hijos te interrumpan con sus dramas precisamente cuando las palabras se habían vuelto imparables)


Volver a retomar las palabras imparables después de haber escrito el párrafo anterior, como un hechizo, como un conjuro. Llamás a las palabras y vienen. Acuden porque para eso fueron hechas. Para decir. Para nombrar odios si es posible. Para atormentar humanos que no conocen el significado de cosas como baladí, intrincado, parsimonioso, escaramuza... Las palabras no mienten ni te abandonan ni te dejan a un lado. No necesitás que te entiendan. Solo que estén allí cuando las necesitás. En la punta de tus dedos. En la punta de tus pensamientos para no sentirte sola. Para no sentirte a medias toda la vida. Para no seguirte preguntando.

"Estoy buscando una palabra, busco un nombre a través del tiempo, busco un ancla que me amarre, que me tenga y me deje quieto..."

Escribir. Pensar. Preguntarse. No contestarse nunca. Que nadie conteste nunca. No saber quién sos. Que Chopin suene de fondo como si a nadie le importara. Que las palabras sigan cayendo porque para eso fueron hechas. Para decir. Para caer. Para nombrar. Para romper los silencios que nadie quiere.

Escribir como presagio.

Escribir como como si nada.

Escribir como condena.