martes, 31 de diciembre de 2013

El 2013 en un video.

Pues que en algún momento del año el video A Mind Made For Mating de Jason Silva llegó a dar a mis manos... O a mis ojos o a mis oídos o como quieran y cambió mi vida para siempre...

Bueno, ni tanto. Pero algo cambió.

El muchachito de 31 años, gringo-venezolano, graduado en filosofía y cine; dice en este video que
el cerebro humano es esencialmente un ornamento sexual, un dispositivo de cortejo, y de allí sale su extraordinaria capacidad para el arte, el lenguaje y la poesía...

-Bueno y ajá, pero no para todos (esto lo agrego yo), que hay gente que ni de adorno tiene el cerebro.-

En fin, y continuemos que el punto de este post no era ese, sino que hablar de la forma en que este video llegó un día cualquiera y fue de esos momentos AJAAA de la vida. Porque además me impactó mucho la forma en que el tal Jason habla, y se emociona, y nos hace creer que todo lo que está diciendo es cierto. Tiene una serie que se llama Shots of Awe, que pueden ver en su sitio web, junto a otros temas.

Jason Silva: cuando sea grande quiero ser como vos:


domingo, 29 de diciembre de 2013

El 2013 en una película

Pues que no soy mucho de ir al cine. La películas me gusta verlas en la comodidad de mi cama con todo el tiempo del mundo para pausas, cigarros y llorar -si lo amerita-. Creo que lo más, habré ido dos o tres veces este año. En fin, he visto muchas películas en mi casa en el 2013: tristes, alegres, de llorar, de pensar, de las que no valen la pena, de las que se olvidan al día siguiente...

Pero esta no la voy a olvidar nunca.

Todo tiene que ver con mi descubrimiento de este tipo:


Sí, no me digan, ya sé que no es un gran descubrimiento, que ya estaba escribiendo y componiendo desde antes que yo naciera. Tampoco me digan que esa foto es súper antigua, que ahora es un viejito encorvado que canta con un sombrerito negro susurrando casi al micrófono... Pero, ajá, yo me lo había perdido y lo descubrí este año gracias a @ElCopycito, que -en ocasiones- tiene atinadas recomendaciones musicales para hacer. Pero bueno, la historia de mi descubrimiento de Leonard Cohen es para otro post, y para otro blog.

El punto que aquí atañe es la película...


La película que me hizo llorar una noche y me quitó el sueño hasta muy entrada la madrugada.

Take This Waltz resultó ser una de esas joyitas desconocidas con una historia sin muchos aspavientos ni pretensiones. Michelle Williams hace gala de esa su carita de que no mata una mosca y se transforma en Margot, una esposa... bastante confundida, diría yo. Su papel de mujer indecisa es tan bueno, que a veces dan ganas de agarrarla de los hombros y "zarandearla" para que avive. ¡Hey! No soy crítica de cine ni nada por el estilo, no esperen una reseña intelectualoide y eso (si quieren una reseña que ralla casi en lo científico pueden ir aquí), solo puedo decirles que hay momentos en que los diálogos son tan bien elaborados que yo me quedé sin respiración. Es en serio. La película, que es de 2011, es bastante lenta por momentos, si están más acostumbrados a los dramas-comedia de Hollywood con sus altos y bajos. La película, esta llena de metáforas y, finalmente, como dice una viejita en un baño de una piscina: "las cosas nuevas también se vuelven viejas", y cada romance o amor con su novedad y emoción, termina siempre en la misma historia. Lo cual queda resumido en una sucesión de escenas finales que acompañan magistralmente al Take This Waltz de Leonard Cohen -o viceversa-.

Y como lo dije en el momento en que vi la película allá por junio de este año:

Al final el amor termina siendo siempre lo mismo.

lunes, 23 de diciembre de 2013

Escribo para olvidar.

Tengo cinco blogs,  cuentas activas en 7 redes sociales, 6 cuentas de correo, todos los anteriores con diferentes contraseñas. Tengo tres hijos, dos gatos, dos perros, una incipiente alergia, tengo muchos amigos, demasiados amigos, un trabajo como Directora Creativa y otro como ama de casa. Dos trabajos...

Escribo para olvidar.

O tal vez para no olvidar.

Ya no sé.

viernes, 20 de diciembre de 2013

¿Ya visitaron Non-Girly Blue?

¿Todavía no?
Pueden echar un vistazo aquí.

No mucha gente entiende lo que estamos haciendo, creo que nosotras mismas todavía no lo entendemos; y cuando digo NOSOTRAS me refiero a @CarolMonroe @sinrevelar @Accidental_ y yo, pues yo. Y entonces es aquí cuando me pongo en la tarea de contar otra vez toda la historia: era febrero y nos reunimos con dos de las chicas en El Palacio Tecleño, yo llegué extremadamente tarde porque estaban reparando la Calle de Los Chorros, además de estresada, porque en el camino el cel se quedó sin carga y no podía avisar que iba atrasada... Y bueno, no me gusta llegar tarde. Lo digo porque hay gente a la que -al parecer- no le importa llegar una hora después de lo que habían dicho. Pero, ajá, esa es otra historia. El punto es que cuando estábamos allí hablando de música, escribir y todo el asunto que nos atañía; me di cuenta de que no me había equivocado: había seleccionado a las personas correctas para este proyecto, aquellas para las que la vida no tiene sentido sin música, para las que cada canción guarda una historia memorable.

Y al parecer el asunto era -o es sencillo-: escribir una historia inspirada en una canción. Hay mucha gente que no entiende eso, nosotras mismas no lo entendemos bien... "Pero si las canciones ya traen historia..." Me dijo alguien por allí. Sí, pero no. En Non-Girly Blue estamos demostrando que las canciones pueden tener historias más allá de la superficie, que pueden tener tantas historias como nosotros queramos. Si no me creen, vean aquí cuántas historias le pudimos sacar a Copy of A de Nine Inch Nails. A With Or With Out You le saqué dos relatos, solo publiqué uno y el otro me lo quedé de recuerdo.

Y hasta ahora el proceso de inspiración -por lo menos para mí- es sencillo y podrán decir que un poco obsesivo: escucho la canción cuantas veces sea posible, sí, a veces hasta media hora si parar; y "veo" qué me dice la melodía... En el caso de Copy of A, me dio angustia, y creo que eso refleja el relato. Just Like A Woman - que fue mi relato de presentación- me causa una especie de tristeza-alegría bien extraña, All I Know fue una canción que no entendía (jajaja) y así sucesivamente. Y, entonces, ya puesta a escribir, dejo la canción de fondo durante todo el proceso. Oh, sí, he oído muchas veces esas canciones.

Hasta  hoy no sé para dónde vamos, lo que sí sé es que me estoy divirtiendo mucho haciéndolo y el proceso me lleva -y nos lleva- a descubrir historias que no sabíamos que estaban allí adentro... Adentro de nosotras mismas y de las canciones, digo.

sábado, 23 de noviembre de 2013

Estado de optimismo

Es una tragedia realmente ser Sagitario y vivir la vida transparente, diciendo lo primero que se piensa, sin filtro y sin nada y encima de eso vivir en un eterno estado de optimismo viendo la vida siempre rosadita o celestilla y darle a toda la gente siempre el beneficio de la duda y reírse de todo, incluso hasta de tus propias desgracias y problemas y levantarte todos los días pensando que va a ser mejor que el anterior y que todo se va a resolver y que la gente es igual que vos, que vive también en una nube linda en donde todos son buenos y así...

El asunto es que vi este video hoy:


Y, ajá, me hizo pensar en la gente que quiero, en la gente que admiro, en la gente a la que le tengo que dar las gracias por pertenecer a mi vida. Y le escribí a mi mejor amigo. "Te quiero y gracias por estar en mi vida", le dije. "¿Estás borracha?", me preguntó. Mande otros mensajes a diferentes personas, lleve a mis hijos de paseo a tomar el sol. Todos andaban enojados. La otra, ni siquiera me contestó. Y allí se acabó el optimismo de la vida. Uno no puede andar por allí siendo tan inocente y pensando que la vida es como uno se la imagina y que la gente es tan feliz y optimista como uno y que va a responder igual con las mismas ganas de decir te quiero, te admiro y de tomar el sol. Uno no puede esperar que la gente se emocione por las mismas cosas que uno mismo, como una puesta de sol o un amanecer o una canción tonta que solo para uno significa algo, o un poema, o un simple correo mandado cuando nadie se lo espera. Uno no puede de verdad, esperar a que cuando alguien ya se ha acomodado en la vida de uno siga sintiendo y expresando las cosas de la misma forma que cuando de alguna manera esperaba algo a cambio. Así son las relaciones, amiguitos, así de duras y complejas.

Tiendo a gastar muchas palabras en mis relaciones, sean familiares, amistosas, amorosas... Tiendo a gastar muchas palabras en mí misma,  porque así soy, no podría entender otra manera de expresarme, porque supongo que nací con ese defecto de la facilidad de las palabras y no me basta con decir las cosas con miradas o indirectas o canciones, las tengo que decir como son, aunque a veces cuesten más de una amistad o cosas así. 

Mientras tanto, no importa, es bueno vivir en este estado de optimismo permanente. Porque al final, parece como si a uno no le doliera nada y siempre se estuviera riendo... Porque al final es como si uno tuviera tanto para dar y pudiera vivir resolviendo, oyendo, entendiendo y acomodando los problemas de los demás... Porque, ajá, uno nació para eso.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Desprenderse



























Hay que ser valiente, de verdad, para levantarse un día y darte cuenta de todas las cosas de las que necesitas desprenderte para ser un verdadero SER HUMANO. Con ser humano me refiero a una persona única, libre, capaz de moverse sin necesidad de todas esas cosas que nos dicen que necesitamos para ser plenos. Con "todas esas cosas" me refiero al sentido material de la palabra, como carro, casa, computadora, celular, tablet, ropa, zapatos; y también a las cosas que no tiene un sentido material -aunque pudieran serlo- como personas, cariños, amistades, querencias.

Y es que todos necesitamos en un grado u otro el cariño, admiración y amor de los demás para reafirmarnos como personas. Es lo que nos han dicho ¿o no? Necesitamos amor, necesitamos cariño, necesitamos urgentemente que se nos quiera para que todo esto tenga sentido. Y así, vamos acumulando dependencias: la necesidad de atención se vuelve infinita, nos vamos enroscando inevitablemente de una relación a otra, nos mentimos diciéndonos a nosotros mismos que tal o cual amistad es mejor que la otra porque es alguien mucho más compatible, porque podés pasar horas hablando con esa persona, porque tienen tantos temas de conversación que nunca llegan a finiquitarlos.

Creo que todo se trata solo de desprenderse.

Así como en Gravity, me decía un amigo.

Desprenderse y dejarse llevar por la voluntad propia. Por los recursos propio con los que contamos.


domingo, 20 de octubre de 2013

Non-Girly Blue















Ocho meses han pasado desde que nació la idea de Non-Girly Blue y se las planteé a @sinrevelar, @carolmonroe y @Accidental_ Hace ocho meses el nombre nació gracias a una cámara fotográfica azul, non-girly blue, y las ocurrencias de @veryrichhours.

Luego @raquelocurrente fue invitada a participar, logos fueron, logos vinieron, tipografías, colores, fondos. Fueron y vinieron.

Hasta que finalmente este próximo lunes (es decir, mañana) da inicio este proyecto y aventura en la que cada una de las participantes vamos a escribir un relato a partir de una canción. La música va a ser nuestra inspiración.

 No sé a dónde vamos a ir a parar.

Están todos invitados http://nongirlyblue.blogspot.com/

domingo, 13 de octubre de 2013

Todo está iluminado: llegar a un libro por la película


Y sucede que un día cualquiera, -una noche cualquiera, a decir verdad-; uno se encuentra por allí pasando canales en la televisión y va a caer en esa película con paisajes extraordinarios, personajes originales y extraños y una historia que se sale de la típica narración lineal a la que estamos acostumbrados. Y sucede que esa película tiene una de las escenas más hermosas que has visto en tu vida. Y sucede que seis años después de haberla visto, seguirás sorprendiéndote con esa escena y pensando que tiene una profundidad lírica que va más allá de la imagen. La escena es esa que ilustra la cabecera de este post: casita con ropa blanca que se mueve con el viento en medio de un campo de girasoles. Supongo que eso solo puede pasar en Ukrania, que es en donde se desenvuelve la historia. Pueden ver la escena completa aquí. Se los aseguro, es hermosa. La canción de fondo -en todo el contexto de la película y la escena- hace que duela el corazón. A mí me dolió. Un poco.

Es una de las películas más sencillas y hermosamente contadas que pudo haber pasado por el cine.

Verán, el actor principal es Elijah Wood. Y no sabemos si ha hecho tan mal su papel que los otros personajes se lo comen... O lo hizo tan bien que se transformó en el vehículo narrativo de la historia. Lo cierto es que es el personaje principal anónimo, porque Alex, interpretado por Eugene Hutz, se roba la película. Me dieron ganas de abrazarlo en cada escena:















Y si lo vemos así, incluso el abuelo que pretende ser ciego y la perra que se llama Sammy Davies Junior-Junior; se roban el show, o la historia, o la trama o el corazón de la audiencia... Y al final uno viene y se da cuenta de que Todo Está Iluminado la dirige ese hombre guapo que se llama Liev Schreiber, que de paso, también escribió el guión. (Oh, sí: que sea guapo es fundamental en este asunto. Como sabemos, los hombres guapos no deberían escribir guiones, mucho menos dirigir películas tan lindas). En fin, que la historia tiene una serie de elementos que la hacen adorable e inolvidable y que te deje con ganas de más.  Eso fue lo que me pasó. La curiosidad me llevó a enterarme de que la película está basada en un libro.

El mejor libro que he leído en mi vida.




El mejor libro que he leído en mi vida fue escrito por un joven Jonathan Safran Foer de 25 años. Y les digo: si yo hubiera escrito un libro como ese a los 25 años me hubiera dado por satisfecha para siempre, porque tener la capacidad de contar una historia que se remonta al siglo 18, llega a la época actual y cuenta momentos tan mágicos y memorables  que te dejan sin respiración y aliento y te dan ganas de no detenerte ni para dormir; no es algo que cualquier joven de esa edad pueda hacer. Llegar al final de Todo Está Iluminado y no estar llorando como condenado no es posible. No es posible.

Y sí, pocos años después el joven Jonathan Safran Foer escribió otro libro que también fue llevado a la pantalla de cine convertido en Extremely Loud And Incredible Close. Como sabrán, la película fue nominada a mejor película en el 2012.

Pero bueno, basta de cháchara: vean la película, lean el libro; en ese orden, porque si leen el libro y luego ven la película se pueden sentir un poco decepcionados: contar más de doscientos años de historia en dos horas es imposible. Igual, la película es demasiado hermosa.

Demasiado.

sábado, 5 de octubre de 2013

Las injustas desigualdades de ser mujer.



A pesar de que mi progenitor era bastante machista -no nos permitió usar pantalones a mi hermana y a mí hasta que éramos adolescentes (no era cosa de niñas, decía)-, fue lo suficiente feminista para enseñarnos a mi hermana y a mí que un hombre no nos debía dañar "ni con el pétalo de una rosa", y otras enseñanzas que ahora me hacen pensar mucho acerca de lo que voy a escribir a continuación...

Resulta que históricamente llevamos siglos hablando de los derechos de la mujer, cien años exactamente hace que la mujer consiguió el derecho al voto, cien años de seguir hablando y exigiendo y proponiendo que le den una calidad de vida igual a la del hombre, que se la proteja de abusos, de la violencia, la explotación, la discriminación y ajá, todo sigue igual.

A estas alturas de la historia ni siquiera deberíamos estar hablando de esto.

A estas alturas de la historia no deberíamos estar oyendo comentarios como "ay, bien bueno el esposo de fulanita, vieras cómo le ayuda en la casa..."

¿Cómo le ayuda?
¡Cómo le ayuda!

Es decir: si ella trabaja, aporta a su hogar, piensa, ejerce su derecho al voto y todas esas cosas, ¿no se supone que los "oficios de la casa" deberían ser ejercidos también en igualdad? ¿No se supone que a estas alturas de la vida nadie debería estar diciendo "cómo le ayuda en la casa"? En todo caso, en algún otro lugar alguien debería estar diciendo "miren la esposa como le ayuda a trabajar y llevar el sustento al hogar"...

He hablado mucho de esto esta semana con algunas de mis compañeras de trabajo. Principalmente porque vi dos documentales de El Faro que me impresionaron mucho: Ellos Sabían Que Yo Era Una Niña y Las Esclavas Del Servicio Doméstico, que denuncian dos tipos bien diferentes de abuso contra la mujer que se sigue dando en El Salvador sin que nadie haga ni diga nada al respecto.

Hablábamos anoche, a raíz de este video de Isabel Allende, que de verdad es un asunto de conciencia, de educar a las nuevas generaciones respecto a la igualdad que debería tener la mujer en todo. Se debe empezar haciendo conciencia con los propios hijos varones -y, pues sí, las niñas-; es tan simple como eso: empezar haciendo conciencia en la casa a través de las cosas más irrelevantes como las labores domésticas. Cuando niñas y niños crezcan viendo que el trabajo y las responsabilidades son iguales para ambos, el mundo va a cambiar. No solo en la casa y en la vida personal, también en el trabajo.

¿Y no qué el 51% de la población mundial somos mujeres?
¿Y entonces no debería ser que en todos los trabajos el 51% deberíamos ser mujeres?

Las desigualdades son terribles, de verdad, mucho más cuando estas son usadas para la violencia, el abuso, la explotación y la discriminación...
Si comparamos con otros países en que las mujeres son vendidas por sus propios padres como esclavas, podemos decir que estamos en un país privilegiado... Pero cuando leemos del caso del hombre que prendió fuego a la esposa, que esta murió por las lesiones en un hospital y que el hombre podría ser que todavía ande por allí bien campante; entonces nos damos cuenta de que no, no estamos en un país privilegiado. Si nos ponemos a pensar en las miles de mujeres que a diario dejan su casa para ir a criar a los hijos de otra, mientras los suyos crecen solos y abandonados; entonces nos damos cuenta de que no, no estamos en un país privilegiado.

Piénsenlo, por favor.

(Para ver un poco de cifras de la desigualdad de la mujer en el mundo, pueden ir a este enlace de BBC Mundo  100 Mujeres: la mitad del mundo toma la palabra.)

domingo, 22 de septiembre de 2013

He pecado: No tengo microondas.

Mis compañeros de trabajo se escandalizaron esta semana al enterarse de que yo no tengo microondas. Es imposible de creer, según ellos. Por sus reacciones, sentí que es casi pecado. La verdad es que, en mis años de casada, tuve dos, y cuando el segundo se arruinó, llegué a la conclusión de que para lo único que me servía era para calentar agua para té y sobras, de vez en cuando. El agua la puedo hervir en la cocina, las sobras las puedo calentar allí también. Y si nos ponemos a pensar, y somos realistas: todo lo que se hace en el microondas, el hornito, la tostadora y la sandwichera; se puede hacer en la cocina, y de paso, gastando menos energía eléctrica... Todas esas cosas pequeñas chupan un montón de energía, saben... Y si agregamos todos los demás implementos de cocina: procesadores de alimentos, ollas arroceras, ollas de presión, saca jugos, cafeteras, etc.; tampoco se necesitan. Yo las tuve, créanme. Y para mí es más fácil agarrar un cuchillo y picar las verduras que armar el procesador de verduras con las consecuentes molestias de su lavado.

El chiste del microondas duró alrededor de media hora en mi oficina.

Y el chiste me llevó a pensar en la cantidad de cosas que compramos y consumimos que no necesitamos. Siendo realista, verdaderamente realistas, probablemente el 70 por ciento de las cosas que tenemos no las necesitamos. ¿El iPad? ¿El Kindle? ¿El iPod? ¿Tres computadoras en la casa? ¿Dos carros en una casa de 5 personas? ¿20 pares de zapatos? ¿Un televisor en cada cuarto? Ustedes solo piénsenlo y díganlo y no se necesita.

Dice Pablo Lezama en su artículo "¿Valoramos más el consumo material que el consumo cultural?" que "despilfarrar no es lo que hacen las ciudades más maduras", porque "han llegado a un nivel en el que su felicidad cotidiana se alimenta tanto de consumos materiales como intelectuales." El Salvador está muy lejos de eso. Cuánto más tenemos somos mejores personas, parecemos decir... Yo tengo dos salas, dos terrazas y un montón de muebles que nunca se ocupan. ¿Eso habla bien de mí, de mí como persona? La señora que trabaja en mi casa no ha dudado ni un momento en "enhuevarse" para poder tener un TV plasma. Tener "prometida" la cuarta parte de su sueldo todos los meses ¿la convierte en mejor ser humano? ¿No sería ella la misma persona si siguiera viendo sus programas favoritos en el televisor equis?


"Hemos perdido la noción de valor, de trabajo, de esfuerzo, de sacrificio... Y hemos convertido todo en precio..." Dice Joan Melé en este video, que si tienen 16 minutos libres, les invito a ver:


Es más importante el uso consciente del dinero que nos dejen votar, dice en alguna parte Melé. Y si se ponen a pensar en esto: compramos porque tenemos con qué y a medida que tenemos más, creemos necesitar más. Hubo un momento en mi vida que yo creí necesitar vasos en cantidades de doce: 12 copas de vino, 12 vasos para whisky, 12 vasos para cócteles... Allí están guardados, saben. Nunca los he ocupado todos, ni siquiera las 12 copas para vino al mismo tiempo.

Tener cosas nos da una felicidad momentánea ¿verdad? ¿Pero qué pasa después de eso? ¿En dónde queda lo buena persona que soy, mi intelecto, mi simpatía, mi cultura? ¿En donde quedo yo como persona, como ser humano?

En Holanda, uno de los países más avanzados cultural e intelectualmente de Europa; hay 16 millones de habitantes, los cuales se desplazan en 18 millones de bicicletas. Jóvenes, viejos, ricos, pobres, mujeres, niños; todos viajan en bicicleta. Hay 1.125 por persona. Y esto significa que el exitoso presidente de la empresa multinacional se cruza en la esquina todos los días con, digamos, el panadero. ¿Loco verdad? Es otra cultura en donde los valores ya trascendieron esas tonteras de "soy lo que tengo". Por si no me creen lo que les digo, aquí hay un interesante artículo (que incluye un video).

En fin, estuve pensando todo esto esta semana y se me dio la gana de escribir al respecto, ya que tengo más de tres meses de no escribir aquí.

Y eso es todo, amigos. Piénsenlo. Hagan el recuento. ¿Cuántas cosas tienen que no necesitan para vivir? Para vivir, digo.

martes, 25 de junio de 2013

Todo sigue allí, en silencio.

En mi calle había un vecino. Casi una cuadra abajo. Un viejito blanco y panzón con pelo y barba a lo santa. Según decían, -yo nunca hable con él, a excepción del día en que se ofreció a empujarme el carro si no arrancaba (sí, uno de esos tantos días)- vivió toda su vida en los Yunais y cuando se jubiló compró una casa, aquí en el "campo", aquí en su terruño querido y extrañado.

Si realmente había dos cosas de las que este señor se sentía orgulloso -eso lo sé, porque se le notaba- eran su perro y su casa.

El perro -que, para variar, no sé cómo se llama- era un aguacatero de esos que como que quiso haber sido doberman. Era pequeño, de patas pandas... Pero el señor este, su amo, siempre sostuvo que era de raza, que era puro... Como les dije, yo nunca hablé con él, pero todo mundo en la colonia contaba la historia del pedigree y linaje de este perruno. El señor se paseaba con él varias veces al día por toda la colonia, lo exhibía orgulloso, le daba de qué hablar con las personas que pasaban a su alrededor y con los demás dueños de perros...

La casa era -o es- como todas las casas de esta colonia. Iguales todas. Cada quien queriendo volverla diferente. El lo logró de alguna forma, creo. Para empezar, es la segunda a la vuelta de la esquina de la calle principal. Está en un lugar visible y privilegiado. Tiene una palmera -no palmera silvestre de cocos-, una palmera medio exótica, tirándole a de esas que dan dátiles o algo así. Tiene veraneras por alguna parte, por todas partes. Tiene morning glorys por toda la ventana. Tapando la ventana. Bajando por el jardín hacia la palmera.

Para Navidad se sentía más orgulloso de su casa. La llenaba toda de luces. Luces verdes, extrañamente.  A veces al pasar, me daba la impresión de que era como un puterío, solo que en este caso con luces verdes. Luces verdes por doquier: en la palmera-dátil, en la ventana llena de morning glorys, en los tapiales y así sucesivamente luces verdes por todos lados.

Todas las tardes sacaba una silla y se sentaba -con su chucho- a ver pasar gente.

Un día después de año nuevo ya no salió. El chucho aullaba y aullaba. Tuvieron que llamar a la policía. Al parecer el viejito se murió sentado viendo televisión. Al parecer pasó varios días allí, sin darse cuenta ya que los programas pasaban y pasaban frente a sus ojos. No hubo funeral ni entierro. Si lo hubo no nos avisaron. Supongo que todos los vecinos hubiéramos estado allí presentes, lo que le hablaron y los que nunca le hablamos. La verdad es que era un personaje en la colonia...

El perro siguió llorando muchos días adentro de la casa después que algún pariente se llevó al muerto. Hubo planes de los vecinos de meterse por el patio a rescatarlo. Que no era conveniente, dijeron los más sensatos... Luego no se volvió a oír más. El perro aguacatero que fue tratado como doberman y con cariño y como rey. Quién sabe en donde estará ahora. Quién sabe si finalmente le revelaron que no era lo que su amo le hizo creer. Quién sabe si pudo aceptarlo. Quién sabe si tendrá una acera para ver pasar la gente...

La palmera, las veraneras y las morning glorys siguieron creciendo. Han crecido tanto que han cubierto casi todo el exterior de la casa, que ahora luce desordenada, abandonada y sucia... Las luces verdes siguen colgadas en las ventanas, tapiales y en la palmera como un recuerdo casi escondido del orgullo de su dueño. Todo sigue allí, en silencio. Como en el silencio de un corazón que se detiene.

Como en el silencio de un televisor que se apaga.


martes, 4 de junio de 2013

a esta hora

el olor a comida se cuela hasta por las rendijas menos esperadas del aire acondicionado. me como las verduras como es lo apropiado. la luz roja del bb enciende-enciende-enciende como si tuviera corazón propio, como si sintiera lo que es necesario. rita coolidge suena en mi cabeza, se pregunta am i blue? am i blue? y no sé qué contestarle. canta de un amor fracasado, de una tristeza, obvio. me dan ganas de decirle que la vida casi siempre es así, contestarle con otra canción, esa canción de los stone, decirle you can't always get what you want. eso quisiera decirle. pero en medio de su desolación podría ser demasiado. la dejo que termine, que se desahogue. eso le va a hacer bien. bien.

la canción termina y sigue oliendo a almuerzo.

la luz roja del bb sigue encendiendo. se le terminó la carga.

viernes, 31 de mayo de 2013

Observaciones de vuelo:

• En el horizonte todavía es de día. De este lado del avión, noche oscura.

• Es lamentable que apaguen las luces cuando uno quiere leer, y las enciendan cuando uno se dispone a ver el cielo, el horizonte que no se apaga. Y que le vidrio de la ventana se convierta en espejo en donde solo te podés ver vos, vos mismo reflejado.

- Es hora de volver al libro.

• Está científicamente comprobado que uno acepta y se come la comida del avión, aunque esté infinitamente saciado. Es casi una ley también que la comida del avión siempre se sienta rica, aunque no lo sea.

• En el tiempo perdido en un avión se te pueden ocurrir las mejores ideas para una novela, un relato, o al menos un texto para un correo. Parece como si por a altitud o eso, las ideas anduvieran volando por allí también, esperando a ser atrapadas. ¿Tendrá que ver con la física, las leyes de la gravedad y eso?

• Científicamente comprobado que el niño que llora en el avión siempre va ir a la par tuya. O cerca.

• El tiempo que se tarda el vuelo es completamente proporcional a la duración del whisky o los whiskys que te vas tomando.

• El señor del asiento del otro lado, siempre -siempre- va a ser el que va roncando.

• Si vas en los últimos asientos siempre los de adelante van a ser los primeros en recibir las bebidas y viceversa.

• Las nubes son una cosa incomprensible vistas desde el cielo.

• Las ganas que tenés de regresar a tu país son inversamente proporcionales al descuido del señor que olvidó sus papeles y por los que el vuelo se tiene que retrasar alrededor de una hora.

• En los aeropuertos discriminan a los fumadores.

• No pongan libros en las tiendas de souvenirs de los aeropuertos. Son una tentación.


martes, 21 de mayo de 2013

¿Por qué?

Buena pregunta.

Oigan. No me vengan con el cuento de que hay cosas que son y no tienen explicación. NO NO NO NO NO. Todo* tiene una explicación y si no la tiene, simplemente NO ES. Hasta la piedra que está allí tirada a un lado del camino tiene una razón de estar, por algún proceso de sedimentación, porque luego alguien le dio una patada, porque un niño la trajo de otro lado queriéndosela tirar a otro. El cielo tiene un por qué. Las nubes son por algo, y su color también, saben... Tiene que ver con la cantidad de agua que acumulan y el reflejo del sol y la luz y todo eso...

Esto que estoy escribiendo tienen un por qué.

Que lo escriba de esta forma, también.

Así que no me vengan con que hay cosas que no tienen explicación. Es más fácil entender que no quieren dar la explicación a que no la tenga. Simplemente es inaceptable.

Por lo menos para mí, que soy coleccionista de explicaciones.

*TODO, dije.

miércoles, 15 de mayo de 2013

La palabra IDEA está escrita doce veces en este post.

Odio tener ideas -buenísimas ideas- en medio del insomnio. Pensar "es una buenísima idea para el blog", pero tener hueva para levantarme con las consecuencias que eso puede traer incluido... Odio tener buenísimas ideas mientras el calor y los pensamientos no me dejan dormir, y quedarme repitiendo la idea en el cerebro para poder escribirla aquí cuando amanezca.

Odio que amanezca y no tener la más mínima idea de la idea. Ni una pista, ni una palabra. Odio que las ideas mueran así. Sin haber nacido. Supongo que es un aborto de ideas. La muerte de una idea no nacida. ¿Me podrían llevar presa por eso?

Para el próximo insomnio lo más seguro es que me levante a hacerle -al menos- una cesárea a la idea.

jueves, 9 de mayo de 2013

El lunes que nunca llegó.

Para todos aquellos jóvenes veinteañeros que ahora se quejan de la paz que alcanzamos con los acuerdos, más bien dicho; de la paz que nunca alcanzamos, de la paz que ahora no existe, de las libertades que no tenemos... Tengo que decirles que tendrían que haber vivido en aquellos días para entender la diferencia de la vida que tienen ahora.

No saben lo que es vivir una verdadera guerra. No saben ni siquiera lo que es perder la libertad, incluso de leer los libros que quieran. Los que vivimos esa época perdimos tanto... Hay momentos en que creo que hasta perdimos la libertad de sentir como era debido, de ser niños normales, de no encontrarse un muerto en cada esquina, de que no te atrapara una balacera en el centro, de crecer sin miedos. Esa es la libertad que nunca tuvimos, de alguna manera aprendimos a disfrazar los sentimientos, a vivir como si eso fuera lo normal, lo cotidiano... A escuchar historias, todos los días.

Hoy pensaba en eso, porque recordé al que pudo haber sido mi primer noviecito. Se llamaba Iván. Era alto, con grandes ojos oscuros y pestañas colochas. Éramos compañeros del colegio. Él era el típico adolescente revelde, extrovertido, simpático, atleta... Con buenas notas. Todas mis amigas "babeaban" por él y, sin entender todavía por qué, él se fijó en mí.

Como es típico a esas edades tan tempranas de la vida, éramos cursis con cursilería extrema. Él me llevaba todos los días una rosa que cortaba en el jardín de alguna casa camino al colegio. Yo las des-petalaba y escribía sus iniciales sobre el pétalo encima de una página en blanco. Sí, es una hermosa técnica para la cursilería, la inicial queda grabada en el papel. Luego secaba los pétalos dentro del mismo cuaderno. Ante todas las cosas, creo que yo lo admiraba, me parecía demasiado maduro para nuestras edades. Incluso hasta tenía sus ideas políticas bien definidas.

Hubo una fiestecita, algún fin de semana. Yo llevaba mi vestido más lindo. Era celeste. Celeste con flores diminutas y tirantes mínimos. Todavía era casi una niña y mi mamá me acababa de comprar mis primeros zapatos de tacón. Sandalias beige. Los zapatos más bellos que se puedan imaginar. No pregunten más. No recuerdo más que eso. El vestido celeste y el momento en que sonó esta canción:



Tendrán que entender que en aquella época se bailaban las canciones así. Una pista de baile llena de -adolescentes, niños, jóvenes- bailando al unísino una canción como esa. Todos metidos en sus historias. Todos sin mirar a nadie. Iván y yo bailamos esa canción. Con toda la seriedad que era posible, con la seriedad del caso; no dijimos nada. Solo lo recuerdo balbuceando la canción, como tratando, con vergüenza, de cantármela al oído. Después nos fuimos a sentar por allí. Como era lo esperado, me declaró su amor... Me preguntó si quería ser su novia. Como era lo esperado yo le dije que lo iba a pensar. Así eran las cosas en ese tiempo. No era "apropiado" que una niña le dijera que sí a la primera a su "enamoradito" o, al menos, yo así lo creí.

Nunca le pude decir que sí.

El lunes no llegó. Nunca volvió. Nunca más lo volví a ver. Eran tiempos en los que un bicho mal puesto en una calle en el momento menos propicio, en medio de las sombras de la noche; era blanco fácil de ser reclutado -por la guerrilla o por los militares, daba igual-. Nunca supimos qué le pasó porque su familia nunca dijo nada. Por algunos días se murmuró que él mismo se había unido a la guerrila. Sea como sea, esa era nuestra vida. Así era.

Así que nadie que no vivió en aquella época me venga a decir de la farsa de libertad que tienen ahora, si no han desaparecido sus amigos injustamente, si no ha muerto alguien que conocen en un bombardeo, si no han tenido que esconder sus libros favoritos, si no han visto a su mamá consolando a su mejor amiga por el asesinato de su esposo. No me digan eso. Porque ustedes no entienden qué es la paz.

lunes, 6 de mayo de 2013

Querido tú de veinticinco años:


Estás allí parado en medio de la fiesta, pidiéndome que te preste la silla para cambiar un foco que se ha quemado. Eso me parece de lo mas simpático y extraño y te aseguro que dentro de unos minutos vamos a estar bailando como locos en la pista de baile improvisada, frente a la mirada y gestos burlones de todos tus amigos, que celebran la proeza del gringo, bailando con la chera de pelo suelto, la de los jeans demasiado desteñidos, la de la camiseta púrpura demasiado grande, la que no llegó con vestido de fiesta a la fiesta.

Te advierto que va a pasar mucho tiempo para que pueda confiar en vos, nunca he tenido una relación realmente seria, nunca he tenido amigos de ningún tipo, no sé cómo confiar en la gente, no sé cómo socializar adecuadamente, porque mi cabeza es una tontera indomable, llena de tantas cosas que no caben otras más cómo saber sostener una plática coherente con alguien normal. Te advierto que  no estoy acostumbrada a tener relaciones normales tampoco con los hombres, relaciones amorosas, digo. Creo que me da miedo comprometer mis sentimientos por encima, para que no les hagan daño por adentro.

Pero tú, querido tanto, y tantas veces y tanto tiempo... Vos vas a tener tanta paciencia, tanta paciencia toda la vida, que vas a lograr domesticar a este animalito mudo y juguetón y vas a lograr hacerme pensar en la posibilidad de tener tres hijos, una casa con jardín, cocina amplia y ventanas con vista al cielo y las nubes.

Vos me vas a hacer creer que creés que soy perfecta, pero en el fondo te vas a guardar para vos solo todas mis imperfecciones y las vas a querer ocultar del mundo y me vas a constuir una historia con música y mares y playas y borracheras interminables y una o dos escenas de celos; y vas a querer tapar el sol para que no me dañe y vas a querer un mundo calmo y ecuánime solo para mí, solo para que yo viva la fantasía de mis imperfecciones y cuando menos lo esperemos me voy a poner un vestido blanco con el que me voy a sentir rarísima y fuera de contexto y vos me vas a esperar con sonrisa en la capilla poco tradicional y nos vamos a morir de vergüenza esperando que nuestros santos padres no miren los cuadros de personas muertas y torturadas que están atrás, atrás de nuestra boda.

Querido tú de veinticinco años. Un día como hoy, un seis de mayo, abandonaremos la fiesta de nuestra boda a las once de la noche para ir a abrir regalos a la nueva casa y mi vestido va a quedar desparramado en el suelo de la sala sin muebles, mientras nos emocionamos como nenes en cumpleaños, abriendo tantos regalos como nunca en nuestras vidas.

Vos todavía no sabes todo esto, ni siquiera te lo imaginas.

Por eso estoy aquí para contártelo. Algún día, mientras limpiamos la cocina en la víspera de algún aniversario, me vas a preguntar por qué todavía estoy con vos, sí, eso me vas a preguntar... Habrán pasado muchos años, te lo juro, tendremos hasta mascotas e hipoteca y dos carros... Yo te voy a contestar que sobre todas las cosas -el amor una de ellas- me das paz, eso te voy a decir, que sobre todo-todo lo demás, me haces poner los pies sobre la tierra y me das calma, así como esa noche en un hotel en Jerusalen cuando me entere de la muerte de mi papá, así como esa noche, me vas a abrazar durante tres horas hasta que me quede dormida de tanto llorar. Así como esa noche, así va a ser nuestra vida. Me vas a cargar, me vas a abrazar, me vas a ver llorar y solo tus brazos van a ser capaces de darme tanta paz y vida real. 

Solo ellos.

Y además te advierto, querido tú, que me voy a perder muchas veces en la vida. Me voy a perder, porque hay cosas para las que nunca estamos preparados. Nunca voy a estar preparada para ser una persona seria, te prometo que voy a tratar, pero a medida que pase el tiempo voy a poder menos, y voy a ser una mamá irrelevante e intrascendente que va a preferir que tus hijos lean, pinten y enloquezcan por la música; antes de que saquen buenas notas en matemáticas y esas cosas. Los voy a amar te lo prometo. Los voy a amar como nunca me creí capaz en la vida y crecer con ellos va a ser una aventura...

Todo eso va a pasar, te lo aseguro. Vos no lo sabes ni te lo imaginás mientras se te sube la billirrubina bailando frente a tus amigos.

Va a pasar, te lo prometo.

Me voy a perder algunas veces. Voy a querer colgar los guantes o tirar la toalla.

Pero no hay nada de que preocuparse,
porque vos vas a estar allí para encontrarme, cada vez que sea necesario.

miércoles, 24 de abril de 2013

Te quiero dar el mar.
















Te quiero dar el mar y no.
Su silencio interminable.
Su lengua de espuma
precipitándose en la arena.
Las huellas quedando
irremediablemente perdidas
para siempre...
Su olor incalculable de historias
que han ido callando sus pasados.
Te quiero dar el mar y no.
Sus nubes aburridas de tanto verano.
Sus lluvias cansadas de ser tan grices.
Sus cielos dramáticos y ciegos
gritando tanto amanecer
que nadie quiso ver.
Quiero darte el mar.
Y no.
Sus caracoles diminutos
dejando un rastro en la playa,
sus pájaros volando y pasando de largo,
tan largo y sin vernos, tan lejos su vuelo,
tan profundo su aliento, tan lejano y fugaz.
Osado y pretérito.
Siempre pasando, el mar.
Y no, quedando en calma.
En silencio. Callado.
Te quiero dar el mar y no.
No puedo.

lunes, 25 de marzo de 2013

Querido tú de diecisiete años:















Tenés razón al pensar que ni siquiera me he fijado en vos, menos en tus pantalones paletoneados ni en tus suéteres Timberland, mucho menos en tu vida, que al parecer, no me suena nada interesante. Tendrás que entender que no es por vos que no me fije en vos. Tendrás que entender que es porque yo soy una persona seria con zapatos de tacón y blusas de lino blanco, Directora Creativa de una prestigiosa agencia de publicidad, con una hija de siete, otro de cuatro años y otro por nacer, un esposo de apellido rimbombante y ojos azul-celeste, y una vida que para nada encaja con la tuya. Tendrás que entender eso por un tiempo, querido tú. Tendrás que tener paciencia... Porque tal vez, tal vez movida por alguna chispa que vea en tu mirada, por alguna palabra tuya escrita por allí, por alguna frase, algún chiste, alguna luz en alguna parte; en algún momento de mi vida, la tuya o la nuestra; he de quererte de alguna manera mágica. Odiamente tendrán que pasar muchas cosas, tendrán que ir y venir muchos relatos a dúo, muchas cartas, e-mails, historias y postales de países desconocidos, que yo iré guardando como tesoros, como premios, como medallas. Tendrán que pasar muchas borracheras -¿oíste?- y bailes y canciones compartidas y finales tristes y felices. Y cuando estés a punto de llegar a los treinta seguramente serás la primera persona (o segunda en algunos casos) en que piense cada vez que tenga una tristeza o que quiera compartir alguna alegría. Verás, querido tú de diecisiete, cuando estés cerca de los treinta voy a ser capaz de invocarte con el pensamiento para que marqués mi número cuando mi celular esté sin saldo y nos vamos a reír de cosas que ahora te parecerán inauditas y yo voy a ser menos madura y vos vas a ser más maduro y de alguna manera espeluznante e inexplicable vamos a ser amigos de esos que se dicen las cosas como son y se resienten en el fondo por unos minutos y se duelen en silencio por segundos, pero al rato se están riendo de cualquier cosa como la muerte, el amor o cualquiera de esos temas irrelevantes de la vida. Querido tú de diecisiete años, en algún momento de tus casi treinta, te voy a querer tanto y va a ser tan recíproco que seguramente no habrá necesidad de decírnoslo, y en un día de tu cumpleaños -de esos en los que no vas a estar porque andas de viaje, porque te va a gusta huir y yo me voy a haber acostumbrado a eso-, se me va a ocurrir escribirte una carta como esta y se me van a aflojar un poco las lágrimas mientras lo haga, porque me voy a dar cuenta del tamaño de mi cariño comparado con el de tu ausencia, y en ese momento voy a necesitar abrazarte, porque será tu cumpleaños y te voy a querer como nunca lo imaginamos y vos vas a estar en alguna calle de Ciudad del Cabo, celebrando a solas, o ni siquiera celebrando porque estás a solas, sorprendiéndote tal vez por algún paisaje, ni siquiera acordándote de mí, ni siquiera pensando "qué bonita esa nube le gustaría a Flor..." Pero no va a importar, será tu cumpleaños y podrás acordarte y pensar en quien te dé la gana. O ni siquiera pensar en nada.

Querido tú de diecisiete: el día que cumplás veintinueve años voy a pensar mucho en vos...

Eso tenelo por seguro.

sábado, 16 de marzo de 2013

La Hora del Planeta


Se imaginan qué pasaría si todo el planeta de verdad apagara las luces por una hora. El próximo sábado 23 de marzo a las 8:30 am (hora de El Salvador) únanse a la Hora del Planeta.



viernes, 8 de marzo de 2013

En mi Día Internacional de la Mujer...









































Hoy quiero acariciar mis derechos como si también fueran izquierdos, como si me pertenecieran desde el inicio de mis sueños hasta al final del día y seguirlos acariciando mientras estoy dormida. Quiero saber que tengo las mismas oportunidades para que lo que quiero se haga realidad, poderme quitar todas las telas, las máscaras, los maquillajes que me cubren y al final de todo eso, seguir siendo yo misma con la sonrisa sincera, con la mirada brillante, con un futuro igual al de todos. Todos los seres humanos.

Hoy quiero tener la oportunidad de poder levantar la mano y que se me escuche, que no se me deje hablando porque mis palabras tienen menos valor que las de los otros, porque mis emociones son más fuertes y las llevo siempre a flor de piel, porque no puedo pelear sin que se asomen los sentimientos más fuertes, más connmovedores, más estremecedores, porque no puedo pelear sin que junto a mí estén peleando miles de años de historia de mujeres que no pudieron opinar, ni decir lo que sienten, ni emocionarse porque la vida es así y no de otra manera...

Hoy quiero sentir toda cantidad de cosas y llamarlas por su nombre: el AMOR se llama amor, saben; no lo quiero llamar confusión ni cariño ni amistad ni odio ni venganza ni lástima ni todas esas cosas con las que le llamamos por no saber aceptarlo como es, por no querer vivirlo tal cual y disfrutarlo.

Hoy, mañana, la otra semana, el mes siguiente; quiero decir las cosas como son, sin tener miedo de ser subrayada, de ser pintada de otro color que no sea el mismo color con el que yo me pinto y que mi locura y mi silencio no sean un desatino, ni un defecto,  y que sean medidos con la misma vara que son medidas la locura y el desatino de todos. Todos los seres humanos.

Hoy quiero poder llevar el pelo suelto, las ideas desordenadas, los sentimientos incomprensibles, las emociones desatadas, la sonrisa en una mano, las lágrimas en otra, el amor como un escudo, las palabras como una ráfaga de viento. El grito como un augurio. La tristeza como una recompensa. La historia como una heridad.  La humanidad como un abrazo. Y ser mujer como mi única bandera.

sábado, 23 de febrero de 2013

El reto de las 30 canciones.



Pues que de por allí o  específicamente aquí, salió el reto de las #30CancionesChivas (ajá, el hashtag no me pareció, porque no todas eran chivas, ok?) en el cual había un tema para canción por cada día. 

He de confesar que algunos días fueron más difíciles que otros, porque podía pensar hasta 5 o 10 canciones relacionadas... Ahora que ya llegamos al final de los 30 días, les dejo como quedaron las mías.

Day 1  - Favorite Song: She, Elvis Costello.
Day 2  - Your Least Favorite Song: Hombre al Ague, Soda Stereo.
Day 3  - A song that makes you happy: My First, My Last, My Everything, Barry White.
Day 4  - A song that makes me sad: The Blower's Daughter, Damien Rice.
Day 5  - Una canción que me recuerda a alguien: Cocoon, Jack Johnson.
Day 6  - A song that reminds you of somewhere: De la Noche a la Mañana, Reyli.
Day 7  - A song that reminds you an event: Daddy's Home, Jermain Jackson.
Day 8  - A song you know all the lyrics to: Enrique Bunbury, De Todo El Mundo.
Day 9  - A song you can dance to: The Jack, AC/DC.
Day 10- A song that makes you fall asleep: Common Threads, Bobby McFerrin.
Day 11- A song from your favorite band: Pink Floyd, Us and Them.
Day 12- A song from a band you hate: Ventura Highway, o cualquiera de America.
Day 13- A song that is a guilty pleasure: ¿Por qué?, Floricienta.
Day 14- A song no one would expect you would love: Penumbras, Sandro.
Day 15- A song that describes you: 
               Me gusta identificarme con Directo al Corazón de Miguel Ríos.
Day 16- A song that used to love but now hates: Si tú no vuelves, Miguel Bosé.
Day 17- No aplica (era algo de radio, no oigo radio)
Day 18- No aplica  (era algo de radio, no oigo radio)
Day 19- A song from your favorite album: You Do Something To Me, Sinead O'Connor
              Album: Red + Hot and Blue, A Tribute to Cole Porter.
Day 20- A song that you listen when you're angry: Run Like Hell, Pink Floyd.
Day 21- A song that you listen when you're happy: Shiny-Shiny, Hazee Fantayzee.
Day 22- A song that you listen when you're sad: Nobody Home, Pinky Floyd.
Day 23- A song that you want to play in your wedding: One in a Million, Larry Graham.
Day 24- A song that you want to play at your funeral: La Cima del Cielo, Ricardo Montaner.
Day 25- A song that makes you laugh: Noche de Entierro, Los Benjamins.
Day 26- No aplica
Day 27- A song that you wish you could play: Gypsy Csardas
Day 28- A song that makes you feel guilty: Not Enough Time, INXS.
Day 29- A song from your childhood: Get Off, Foxy.
Day 30- Your favorite song at this time last year: Gotye, Somebody That I Used To Know.

lunes, 18 de febrero de 2013

Estudio #12


Creer una, dos, tres, cuatro veces. Confiar. Ver que la noche se apaga y saber que mañana otra vez el sol, las nubes, nubes de colores, pájaros volando por allí, el café, el humo, todo lo nuevo de cada mañana. El silencio. El silencio de una mañana cualquiera, voces, voces sonando, palabras que se elevan, palabras que se encienden, palabras que vuelan. Solo palabras. Palabras que nacieron, palabras sin sentido, palabras  que fueron

c
a
y
e
n
d
o

Volver a caer en lo mismo. Al principio que había finalizado. Una y otra vez el discurso, la mirada que quiere, la soledad que muere, la soledad por dos o tres acompañada. Otra vez querer confiar, creer. El cielo, más falso que nunca, más raso que la tierra. Blanqueando la mirada, empañando la sonrisa a medias, la sonrisa de lado. Cambiar. Irse, largarse, abrir un camino sin final en que las palabras no cuenten, no cuenten uno ni dos ni tres ni cuatro ni siquiera hasta mil ni siquiera hasta el infinito de estrellas que no caen, nunca caen. Transfigurarse sí. Transfigurarse no. Dejarse llevar por un Estudio de Chopin hasta la saciedad desgastado, sonando de fondo, siempre de fondo. Respirar. Respirar. Respirar. El cielo no, las nubes tampoco, el amanecer que no existe, el ocaso.

Las palabras atropellándose.

Las palabras atropellándose.

Las palabras atropellándose.

Respirar.

"Estoy perdida".

"¿Eso tiene arreglo?"

miércoles, 23 de enero de 2013

No sos vos, soy yo.

Todo empezó por fijación extrema al recuerdo de los olores felices de la infancia. Un poco a la ceremonia esa de despertar y sentir, saberse seguro dentro del abrazo cálido de una casa. Saber que allí estaba el papá en alguna parte, adivinarlo solo por los olores del desayuno que invadían todo el espacio. Así empezó todo, supongo, entiendo.

Te conocí a los veinte años, o más. Sin adivinar, sin imaginar que me ibas a arrastrar apasionada y queriéndote más cada día de mi vida. Te conocí despacio, sin saber de todas las mañanas y las ceremonias que iba a inventar para mí misma, para aferrarme a esos recuerdos felices y saberme segura dentro del abrazo cálido de otra casa, de otra historia, de otra necesidad imperativa de pertenecer a alguna parte. Y entonces, cada abrir los ojos y saberte allí tan cerca, siempre a la mano para validar el rito, para perpetuar el recuerdo de otros despertares, tal vez felices.

No sé qué pasó que nos complementamos tanto. No sé qué caminos me llevaron a no poder estar sin vos, sin tu olor, sin tu calor, sin tu implacable compañía haciéndome daño en silencio, poco a poco, como todos esos amores enfermos e inevitables.

Has quebrantado una parte de mí, eso es obvio, no necesito otro doctor que lo confirme. En este momento te amo y te odio tanto como cabe en cada una de esas palabras. Tengo que dejarte. Y quiero que quede claro que no es por vos. Soy yo, el lamentable y patético ser débil que no solía ser. Tal vez en algún momento de nuestras vidas podamos volver a juntarnos en una mesa, mientras el sol entra calientito por alguna ventana.

Mientras tanto, esto es todo.

No creo poder volver a decir que el café es una de las cosas que más me gustan en la vida.

sábado, 19 de enero de 2013

Pensamientos de un sábado en la mañana cuando el paisaje luce de otro modo.

El año va atropellándome. Entre que estoy dando clases en la Mónica, el niño que se quebró el brazo, el trabajo, las campañas, las evaluaciones, los dos libro que estoy leyendo, las amistades que vienen y que van; de repente pasaron 19 días del año y sigo con la ilusión de lograr alcanzar las metas que nunca me propongo.

En general -y con contadas excepciones-, creo que lo único que todos perseguimos es ser mejores personas. Comer mejor, dormir mejor, hacer una milésima de ejercicio, dedicarle más tiempo a la familia, ser un empleado modelo en el trabajo... Pero, entre una y otra cosa, se termina no haciendo nada y echándole la culpa al tiempo que no se tiene. Nada peor que eso, dice mi libro, porque si no te organizás en la vida, obvio, nunca vas a hacer nada. Lo hablábamos anoche con un amigo, en medio de un café descafeinado y deslactosado y el viento que no dejaba en paz a mi pelo suelto y colochísimo: tenés que hacer que las cosas pasen, me dijo, o algo así o parecido... Y entonces me sonó como a slogan de Nike:

JUST DO IT.

Suena fácil.

Una cosa a la vez, me dijo otra amiga. Supongo que es lo más obvio, lo más sano. Si no, te vas a volver loca. Me dijo. Tiene razón. Empezando con pequeñas cosas, como no decir que sí a todo, robándole tiempo a mis hijos, que casi no veo. Como no conectarme a las redes en la noche y dedicarle más tiempo  al hijo con el que menos hablo porque es bien callado y descubrir que sí, que habla un montón y que tiene muchas cosas que contarme. Como dedicarle tiempo al jardín de hierbas aromáticas que está por allí tirado. Dormir hasta que me duela la espalda. No tomar el tiempo como si se fuera a acabar y al final no hacer nada. Tomar menos café. Hacer que las cosas pasen.

No son propósitos porque nunca he creído en eso.

Solo son pensamientos de un sábado en la mañana cuando mi paisaje luce de otro modo y tengo un poco de tiempo para pensar en mí misma.