Estás allí parado en medio de la fiesta, pidiéndome que te preste la silla para cambiar un
foco que se ha quemado. Eso me parece de lo mas simpático y extraño y te
aseguro que dentro de unos minutos vamos a estar bailando como locos en la
pista de baile improvisada, frente a la mirada y gestos burlones de todos tus
amigos, que celebran la
proeza del gringo, bailando con la
chera de pelo suelto, la de los jeans demasiado desteñidos, la de la camiseta
púrpura demasiado grande, la que no llegó con vestido de fiesta a la fiesta.
Te advierto que va a pasar mucho tiempo
para que pueda confiar en vos, nunca he tenido una relación realmente seria,
nunca he tenido amigos de ningún tipo, no sé cómo confiar en la gente, no sé cómo socializar adecuadamente, porque mi cabeza es una tontera indomable, llena
de tantas cosas que no caben otras más cómo saber sostener una plática
coherente con alguien normal. Te advierto que no estoy acostumbrada a tener relaciones normales tampoco
con los hombres, relaciones amorosas, digo. Creo que me da miedo comprometer mis
sentimientos por encima, para que no les hagan daño por adentro.
Pero tú, querido tanto, y tantas veces y
tanto tiempo... Vos vas a tener tanta paciencia, tanta paciencia toda la vida,
que vas a lograr domesticar a este animalito mudo y juguetón y vas a lograr hacerme
pensar en la posibilidad de tener tres hijos, una casa con jardín, cocina
amplia y ventanas con vista al cielo y las nubes.
Vos me vas a hacer creer que creés que
soy perfecta, pero en el fondo te vas a guardar para vos solo todas mis
imperfecciones y las vas a querer ocultar del mundo y me vas a constuir una
historia con música y mares y playas y borracheras interminables y una
o dos escenas de celos; y vas a querer tapar el sol para que no me dañe y vas a
querer un mundo calmo y ecuánime solo para mí, solo para que yo viva la fantasía
de mis imperfecciones y cuando menos lo esperemos me voy a poner un vestido
blanco con el que me voy a sentir rarísima y fuera de contexto y vos me vas a
esperar con sonrisa en la capilla poco tradicional y nos vamos a morir de
vergüenza esperando que nuestros santos padres no miren los cuadros de personas
muertas y torturadas que están atrás, atrás de nuestra boda.
Querido tú de veinticinco años. Un día
como hoy, un seis de mayo, abandonaremos la fiesta de nuestra boda a las once
de la noche para ir a abrir regalos a la nueva casa y mi vestido va a quedar desparramado en el suelo de la sala sin muebles, mientras nos emocionamos como
nenes en cumpleaños, abriendo tantos regalos como nunca en nuestras vidas.
Vos todavía no sabes todo esto, ni siquiera te lo imaginas.
Por eso estoy aquí para contártelo. Algún
día, mientras limpiamos la cocina en la víspera de algún aniversario, me vas a
preguntar por qué todavía estoy con vos, sí, eso me vas a preguntar... Habrán pasado muchos años, te lo juro,
tendremos hasta mascotas e hipoteca y dos carros... Yo te voy a contestar que
sobre todas las cosas -el amor una de ellas- me das paz,
eso te voy a decir, que sobre todo-todo lo demás, me haces poner los pies sobre
la tierra y me das calma, así como esa noche en un hotel en Jerusalen cuando me
entere de la muerte de mi papá, así como esa noche, me vas a abrazar durante
tres horas hasta que me quede dormida de tanto llorar. Así como esa noche, así
va a ser nuestra vida. Me vas a cargar, me vas a abrazar, me vas a ver llorar y
solo tus brazos van a ser capaces de darme tanta paz y vida
real.
Solo ellos.
Y además te advierto, querido tú, que me
voy a perder muchas veces en la vida. Me voy a perder, porque hay cosas para las
que nunca estamos preparados. Nunca voy a estar preparada para ser una persona
seria, te prometo que voy a tratar, pero a medida que pase el tiempo voy a
poder menos, y voy a ser una mamá irrelevante e intrascendente que va a preferir que tus hijos lean, pinten y enloquezcan por la música; antes de que saquen buenas
notas en matemáticas y esas cosas. Los voy a amar te lo prometo. Los voy a amar
como nunca me creí capaz en la vida y crecer con ellos va a ser una aventura...
Todo eso va a pasar, te lo aseguro. Vos
no lo sabes ni te lo imaginás mientras se te sube la billirrubina bailando frente a tus amigos.
Va a pasar, te lo prometo.
Me voy a perder algunas veces. Voy a querer colgar los guantes o tirar la toalla.
Pero no hay nada de que
preocuparse,
porque vos vas a estar allí para
encontrarme, cada vez que sea necesario.
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