sábado, 25 de junio de 2011

Querido tú:

No sé qué será de tu vida. De repente y sin avisar me dejaste afuera. Pero no afuera como un simulacro o escaramuza, afuera como gata en la lluvia; con la cola entre las patas, la mirada triste y melancólica.
Sabrás que, cual gata, soy necia; te voy a seguir queriendo y buscando aunque me tirés para afuera en la lluvia -suerte que tengo 7 vidas, ¿verdad?-. Resulta que yo no te puedo dejar de querer así de fácil. Resulta que, después de 10 años, te alojaste en alguna parte de mi corazón, cerebro, vida o como querrás llamarle al lugar en el que estás alojado, de donde salís en cada pensamiento, en cada momento del que quiero hacerte parte.
Entiendo que probablemente yo tengo la mitad de culpa de que todo esto esté pasando. Entiendo que te decepcioné, que dejaste de confiar en mí. Entiendo que mi posición de señora bien no me deja participar en tu vida como los dos hubiéramos querido. Yo sé. Tendríamos que habernos conocido antes, cuando yo iba por la vida como un animalito mudo y juguetón, cuando salía de la casa en shorts y tenis a la hora que me daba la gana para hacer lo que me diera la gana. Hace tantos años, que ya no puedo recordarlo. Hace tantos años, que algo me duele adentro. Hubieran sido tiempos felices, de verdad. Aunque en ese momento vos probablemente andabas jugando algún jueguito de niños y entonces hubieras sido el que no hubiera podido participar.

Podría seguir todo el día profesándote mi amor y así, mucho más con este día gris que se presta perfecto para el lamento y melancolía, pero se me está trabando algo en la garganta que no me deja respirar -ya sabés cómo soy para estas cosas-. Solo quería decirte eso o esto o como sea.

Inevitablemente te quiero y ese querer ha sido tan de años y domesticado que ya sos parte de mi vida.

Y sí, te quiero como sos.



1 comentario: