El asunto es que vi este video hoy:
Y, ajá, me hizo pensar en la gente que quiero, en la gente que admiro, en la gente a la que le tengo que dar las gracias por pertenecer a mi vida. Y le escribí a mi mejor amigo. "Te quiero y gracias por estar en mi vida", le dije. "¿Estás borracha?", me preguntó. Mande otros mensajes a diferentes personas, lleve a mis hijos de paseo a tomar el sol. Todos andaban enojados. La otra, ni siquiera me contestó. Y allí se acabó el optimismo de la vida. Uno no puede andar por allí siendo tan inocente y pensando que la vida es como uno se la imagina y que la gente es tan feliz y optimista como uno y que va a responder igual con las mismas ganas de decir te quiero, te admiro y de tomar el sol. Uno no puede esperar que la gente se emocione por las mismas cosas que uno mismo, como una puesta de sol o un amanecer o una canción tonta que solo para uno significa algo, o un poema, o un simple correo mandado cuando nadie se lo espera. Uno no puede de verdad, esperar a que cuando alguien ya se ha acomodado en la vida de uno siga sintiendo y expresando las cosas de la misma forma que cuando de alguna manera esperaba algo a cambio. Así son las relaciones, amiguitos, así de duras y complejas.
Tiendo a gastar muchas palabras en mis relaciones, sean familiares, amistosas, amorosas... Tiendo a gastar muchas palabras en mí misma, porque así soy, no podría entender otra manera de expresarme, porque supongo que nací con ese defecto de la facilidad de las palabras y no me basta con decir las cosas con miradas o indirectas o canciones, las tengo que decir como son, aunque a veces cuesten más de una amistad o cosas así.
Mientras tanto, no importa, es bueno vivir en este estado de optimismo permanente. Porque al final, parece como si a uno no le doliera nada y siempre se estuviera riendo... Porque al final es como si uno tuviera tanto para dar y pudiera vivir resolviendo, oyendo, entendiendo y acomodando los problemas de los demás... Porque, ajá, uno nació para eso.