lunes, 4 de diciembre de 2017
Voy a hacer café fuerte y me lo voy a tomar sin azúcar
Me voy a comer todos los muffins que me de la gana.
Voy a aceptar todos los trabajos que me ofrezcan.
Voy a dejar los trabajos que me piden que deje.
Voy a decir no cuando quiera.
Voy a tener un fin de semana que no tenga nada que hacer.
No me voy a sentir mal por no comerme la ensalada ni las verduras
Un día voy a dormir hasta las diez de la mañana.
Otro día voy a comer carne grasosa y deliciosa.
Y al otro me voy a emborrachar
y a bailar sobre una mesa
y a cantar en un karaoke
y a leer una carta con dedicatoria adentro de un carro
De ahora en adelante voy a hacer lo que me de la gana.
Quiero ser yo misma.
viernes, 1 de diciembre de 2017
Querida YO de diecisiete años
Te escribo desde la lejana distancia de muchos años que han pasado para contarte que te tengo varias noticias. Muchas de ellas buenas, otras, tal
vez no te parezcan por ahora, pero dejame explicarte, la vida no siempre
resulta como uno espera, pero te puede dar sorpresas…
Primera noticia: no, no vas a ser bailarina profesional como lo querías,
aunque tu maestro uruguayo esté muy emocionado con tu performance y quiera que
volvás a ballet clásico para que tomés postura; no, no vas a continuar, con la
excusa de tu madre de que necesitás tiempo para tus estudios universitarios
que estás por comenzar. Claro, vos vas a saber que las razones de ella son
otras, una historia larga, que algún día vas a entender.
Yo sé que vas a guardar resentimiento por algunos días o meses, pero,
querida, desde aquí puedo asegurarte que vas a bailar toda tu vida, y nunca vas
a dejar de hacerlo y nunca vas a perder la oportunidad de aprender un nuevo
ritmo, vas a bailar hasta subida en las mesas; enseñarle a bailar al que será
el hombre de tu vida (hey, hey, esta es otra historia) va a ser uno de los
mejores momentos de tus veintes.
Segunda noticia: por alguna razón que, ni aún ahora logramos entender, vas
a seleccionar la carrera equivocada en tu vida, vas a estudiar Leyes con
vestido sastre y tacones altos, vas a estudiar tres años y medio de una carrera
con derechos penales y procesales penales y
con teorías del estado y derechos civiles y procesales civiles y
mercantiles. A tus 17 años no lo vas a saber, pero ahora te digo: todos los
caminos, todo lo que hagas, te llevan a convertirte en la persona que querés
ser o la que vas a llegar a ser, no importa todas las veces que te equivoqués,
yo sé que vas a aprender a sacar los mejores aprendizajes de los errores, te
vas a volver experta en eso.
Tercera noticia: y por favor no te vayas a reír, te vas a casar y a
tener hijos. ¿Te seguís riendo? Yo sé lo que pensás en este momento acerca de
estas cosas, la hueva que te da andar de una a otra relación y tener que
adaptarte a un tipito que aún le falta mucho por andar y que no sabe ni
siquiera quién es Pink Floyd, ay, y los dramas de las rupturas y el cherito
medio bolo llorándote en una fiesta. Yo sé que vas a preferir estar sola los
mejores años de tu vida, la soledad está bien, te va a enseñar muchas cosas,
particularmente a tener paciencia, a conocerte mejor, a saber –por lo menos-
qué es lo que no querés, a entender que no es necesario estar con alguien solo
porque los demás andan emparejados. Y ajá, así, el día menos esperado se va a
cruzar por tu camino el que -en ese momento no vas a saber todavía- será el
hombre de tu vida. Y que te quede bien claro desde hoy: casarte y tener hijos
no te va a quitar ni un solo pedazo de tu vida, y aunque no lo creás y de
verdad te convirtás en una mamá irracional, vas a lograr criar tres hijos que
van a ser una maravilla.
La cuarta noticia de verdad es algo triste, pero es algo que tenés que
saber, sí tus papás van a morir, y sí, te va a doler un montón, no te imaginás
cuánto, no te imaginás cuántas horas vas a llorar en un hotel de un país
lejanísimo cuando sepás lo de tu papá, no te imaginas cómo te vas a sentir de
pequeña cuando tu mamá se vaya y cuánto tiempo los vas a buscar en tus sueños,
pero, hey, nos sentimos tan inmortales y dioses, que no nos damos cuenta de
eso, nadie es eterno, ni siquiera nosotros, necesito que sepás eso, para cada
momento en que tengás que decirle adiós a alguien, y con adiós me refiero
también a los otros adioses, a todos los adioses que vas a tener que decir en
tu vida. Por favor, aprendé a desprenderte, como dijo Cerati: saber decir adiós
es crecer.
Cuarta noticia: no, a estas alturas todavía no has publicado ni un libro,
hey, no te vayas a convertir en un José Saramago y se te vaya a ocurrir salir
con un libro a tus sesenta años, aunque, ajá, todavía tenés mucho tiempo para
eso. No vayas a parar nunca de escribir, eso nos va a llevar a ser lo que
somos, lo que soy, eso te va a traer hasta aquí, hasta el momento en que
estamos escribiendo esto con todo el aprendizaje del pasado, con todo lo que
todavía nos falta por aprender.
No dejés nunca de escribir, de querer saber, de aprender, de soñar en lo
que querés… Y cuando ya hayas escrito demasiado, cuando ya hayas aprendido
demasiado, sé capaz de entender que todavía te falta mucho, pero que de nada
sirve todo lo escrito, todo lo aprendido; si no lo compartís, si no sos capaz
de detenerte a escribir una carta a tu
yo de 17 años y decirle que le espera una vida extraordinaria, y hey, que todas
las preguntas que ahora tiene se las va a contestar la vida misma, todas las
preguntas que ahora tenés, querida yo de 17 años, solo te las va a contestar el
tiempo y los riesgos que decidás tomar.
No vas a ser bailarina, pero vas a bailar toda tu vida; no vas a
seleccionar la carrera adecuada a la primera, pero eso te va a llevar a
entender lo que querés ser en tu vida; vas a saltar de una relación caótica a
la otra, pero eso te va a dar la inteligencia para saber reconocer cuándo es la
relación adecuada; vas a tener que desprenderte de tanto, pero eso te va a hacer
más fuerte…
Te aseguro que uno puede hacer de la vida lo que uno quiera, no tengás
miedos ni dudas, tené paciencia y determinación, yo te espero aquí, mirá, con
los brazos abiertos.
(Como parte de mi clase de Redacción II en la Mónica Herrera mis alumnos escribieron una carta a su YO de 35 años, este fue mi ejercicio al contrario. Claro, no tengo 35 años... Pero bueno, alguna vez tuve 17)
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