Escribo esto y pienso. Pienso esto y escribo. Nada se detiene y a veces quisiera detenerme a respirar, a ver el mundo, a fotografiar las nubes, a dormir de día, a perder el tiempo. Alejandro Sanz canta -no, grita- de fondo, dice lo que casi siempre siento, me entiende. Por eso, aunque tenga mala ortografía y no haya venido a El Salvador y sí a todos los países de Centroamérica; lo sigo oyendo. Porque probablemente lo oiga un día de Navidad y cante "He sido tan feliz contigo" y a mí me dé tristeza y escriba un correo electrónico del que después tenga que arrepentirme. El que después vuelva a leer y me dé risa. Escribo esto y pienso: el mundo no se detiene. El mundo no se detiene ni siquiera cuando duermo y mis noches se llenan de pesadillas extrañas de gente descuartizada y sangre y oscuridad y ganas de huir. Y me despierto y el mundo no se detiene. Le ordeno al cerebro que se vuelva a dormir y no sueñe esas cosas. Sí, como si el cerebro hiciera caso. El cerebro no hace caso y sueña lo que le da la gana. Mete en mis sueños personajes que no deberían estar allí, pero qué alegre que estén al menos en los sueños, haciendo lo que deberían hacer en la vida real. La vida real a veces no es tan real. Al menos la mía no. Mi vida da risa, a veces. Al menos a mí, mi vida me da risa a veces. Es que a veces quiero y no y cuando quiero, no. El destino me ataca, se ríe de mí, me hace bromas. Lo malo es que las bromas siempre las hace a medias.
"Qué curioso es el silencio, no sé qué es lo que es, pero hay algo en nuestras vidas".
Tengo una taza, una lonchera, una cartera, un portarretrato sin retrato, dos computadoras, un termo, un celular, una servilleta, unos audífonos que no me dejan oír el mundo. Unos audífonos que me impiden oír el mundo. El mundo que a veces no quiero oír. Al menos hoy o desde que empezó el año. El año empezó mal, creo. No he fotografiado nubes o no han habido nubes o no me he detenido a mirar las nubes. Eso es raro. Me quisiera exiliar a una isla, a una montaña, a una tina con burbujas... Al silencio. Quisiera exiliarme. Nada más. Nada más pensar. Pensar esto y no. Pensar que esto ya es casi un desahogo como la canción de Roberto Carlos, pero no poder dejar de escribir y oír "yo sigo estando enamorado y tú sigues sin saber si lo has estado, si te quise alguna vez..." La compu me da la señal de que se está quedando sin carga y tengo que teminar, porque la vida es así, no como uno quiere y no tengo ganas de conectarla, no, que se quede sin carga, sin vida.
que se quede sin carga, como yo