sábado, 5 de mayo de 2012

Más de CIEN años

















Nacer, teniendo hermanos gemelos es así como un tipo de "full extras" para la vida.  No solo por el hecho que hay dos para cualquier cosa que pueda necesitar una hermana diez años menor, si no porque además es un gran tema para romper el silencio en eventos sociales  -"¿alguna vez les conté que tengo hermanos gemelos?"-, a eso le agregamos que cada uno tiene tres nombres y se convierte en argumento y contenido para romper los hielos en cualquier momento de la vida.


Desde que recuerdo estaban allí parecidos-desparecidos confundiendo a la gente por doquier. A mí nunca me confundieron, sabía diferenciarlos por la forma de caminar, por la mirada, la sonrisa, por los colochos más abundantes de uno, por el pelo corto del otro... Y porque uno era más enojado que el otro. Uno hablaba más, el otro era demasiado callado.

Y así.

Y supongo que los gemelos guardan esa conexión que tuvieron en la panza para toda la vida. Porque los míos, verán, se casaron como con seis meses de diferencia, sus primogénitos solo se llevan tres meses y esos dos niños, cuando eran bebés, podían pasar también por gemelos. Y con el tiempo se fueron mimetizando hasta convertirse en dos parecidos que sonríen igual y tienen los mismos pelos canosos y la voz les suena tan parecida que han llegado a engañarme por teléfono. E igual, tuvieron cuatro hijos y han andado allí por la vida, rondando caminos diferentes, pero al final tan parecidos. Ambos se fueron del país en algún momento, uno mucho más lejos que el otro, ambos hicieron vidas desconocidas en donde están, a ambos tengo meses o años de no verlos.

Hoy cumplen años. Más de cien años entre los dos.

Hoy los extraño.

2 comentarios: