miércoles, 17 de octubre de 2012

Dice Facundo Cabral que no he perdido nada

que es imposible porque todo me fue dado...

Lo que podría tener lógica y sensatez, porque si me pongo a pensar en todo lo que tengo, en todo lo que me da una razón para levantarme cada día; no podría parar de contar. Supongo. De hecho tengo tres razones principales, fundamentales, con sonrisas, con pelos suaves y miradas claras. Tengo tres razones. Y eso es suficiente.

Dice Facundo Cabral que la vida no me ha quitado nada, que me ha liberado. Eso dice, que los problemas son lecciones y, entonces, me doy cuenta que aprendo alrededor de diez lecciones al día. Y que el mayor problema, la mayor pérdida de estas semanas no es más que una liberación... Y cuando lo dice con esa voz ronca y pausada que nunca más volverá a sonar, quisiera creerle, pero me cuesta, cuesta perder... La fe, la ilusión, la esperanza de ponerle todo pensamiento a algo, el corazón -digamos-, el maldito ese, al que le echan la culpa de la mayoría de nuestros males.

Cuesta desprenderse.

Que haga lo que amo y seré feliz, dice Facundo.

Y lo hago.

Escribo.

Porque de repente recuerdo que no hay nada que me llene de más quietud, paz, felicidad o como quieran llamarle; que juntar palabras, así de la nada, para que digan algo. A veces lo olvido. A veces dejo abandonado este blog, el otro y el otro y el otro por andar pensando y sintiendo cosas que no debería.

Pero aparecen las palabras, me vacío de ellas para llenar el espacio con otras que mañana -probablemente- salgan.

Por ahora eso es todo. La lección de hoy en palabras del querido Facundo:
"El que hace lo que ama, está benditamente condenado al éxito."

Esta noche quiero creerle.

Y sí, si quieren completo a Facundo, aquí se los dejo:

2 comentarios: