miércoles, 21 de marzo de 2012

En el Día Internacional de la Poesía:

Oswaldo Escobar Velado



Mi mamá nos "narraba" los poemas de Darío desde siempre, desde que nací, tal vez; aún desde antes del tiempo. Mi mamá convertía esos poemas en historias fascinantes. La Cabeza del Rabí, Los Motivos del Lobo, La Sonatina fueron el primer acercamiento que tuve con la poesía. Después vino Bécquer con su "volverán las oscuras golondrinas...", y después vino un libro gordo, rojo, no me acuerdo cómo se llamaba, era algún tipo de historia de la poesía, y allí, a los doce años, conocí a Unamuno, Zorrilla, Espronceda, a Manuel Acuña y su trágico Nocturno, a García Lorca (verde que te quiero verde), José Asunción Silva - y eran una sola sombra larga -, allí me enamoré de Luis Cernuda, allí en ese libro me enamoré de la poesía.


Entonces, cuando era adolescente, en plena época de guerra, llegó a la casa un libro de Oswaldo Escobar Velado, la portada esa celeste, con alguna ilustración, UCA Editores, decía abajo. Patria Exacta y otros poemas, se llamaba. Y lo amé.


Oswaldo Escobar Velado tal vez sea uno de los poetas salvadoreños a los que no se les ha dado el mérito que merece. No voy a venir a hacer aquí un tratado de poesía o cosas como esas, ya que no soy versada en la materia, no sé de ritmos, métricas, temáticas, corrientes y asuntos por el estilo; simplemente me gusta, sé cómo se siente que te conmueva el corazón y las raíces. Eso es lo que me hace la poesía de Escobar Velado. Me conmueve, por ejemplo, con poemas como este:


Anhelo de libertad total

Bajo este viento negro que golpea la noche,
Lejos del tremendo fastidio de las ciudades grandes
Quiero decir mi canto de libertad, yo solo.

Yo quiero huir del corazón del mundo,
Dejar estas raíces que me atan a la tierra,
Soltar estas mis manos que ni siquiera pueden
Ir a tocar las rojas pupilas de los astros.
Mi cabellera amarga, mi boca sin un grito,
Mis ojos como lámparas en los mismos paisajes
Anhelo de ser pájaro y anhelo de ser astro.

Deseo de oir música y de encender la rosa,
De saber si el verano trae botas azules,
De ver cómo los ángeles desnudan a la aurora
Y saber si en los ríos hay violines tocando.

Emoción de meterse debajo de la tierra
Y de sentir la vida de las frescas raíces.
Emoción de querer ir dorando los frutos
Para jugar con ellos y jugar con los niños.

Libertad es olvido de las ciudades tristes
Que tienen cementerio;
Libertad es olvido de las cadenas frías
¡Olvido de este lastre que nos ata a la tierra!



Oswaldo Escobar Velado tiene un poemario maravilloso que se llama A La Orilla De Los Verbos Inventados, he pasado buscando alguno de estos poemas toda la mañana sin éxito. Estos están incluidos en Patria Exacta y Otros Poemas, si lo puede conseguir hágalo, en la UCA lo deben tener.


Oswaldo Escobar Velado es un poeta sencillo y maravilloso que habló de la gente de El Salvador, de nuestros problemas sociales y del amor sin tanta ostentación. Y yo, que lo leía en plena guerra con un corazón que recién se estrenaba en la magia de las palabras, quise hacerle un homenaje en este Día Mundial de la Poesía.


Si quiere leer más de sus poemas, puede ir aquí.

viernes, 16 de marzo de 2012

10 razones para ser feliz

Motivada por el entusiasmo y la tarea cumplida por @KR_Accidental con su lista de 10 razones para feliz, aquí va la mía:

1. La sonrisa pequeña de la Mandy
2. El silencio de ojos colochos de Nico
3. La mirada de enamoradito de Benjamín
4. El olor del café en la mañana
5. Caminar bajo la lluvia suavecita
6. Mirar las nubes y saber que es un espectáculo es gratis.
7. Los sábados en la mañana
8. El verano y el invierno de Vivaldi (especialmente si es interpretado por David Garret :D)
9. Abrir los ojos en la noche y que las estrellas sigan estando allí.

10. Las palabras, saber lo que quieren decir. Poder juntarlas y que digan algo, algo especial.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Mi papá también fumaba...

[¡Feliz cumpleaños papá]
Fumaba un montón. En el baño, en la sala, en el comedor, en el patio. A veces dejaba el cigarro encendido encima de una mesa con la braza para el lado de afuera y se le olvidaba y quemaba la mesa. La verdad es que mi papá quemaba cosas. Quemaba ollas, la cocina eléctrica, las tortillas tostadas. Una vez quemó una cama con una braza de Aután que cayó a saber desde que horas.

Mi papá fumaba

y quemaba cosas

y las manos le olían a nicotina

y sus mañanas olían a café

y leía

y escribía y escribía y escribía

y guardaba cajas llenas de papeles amarillentos

y oía a Chopín en la oscuridad con los ojos cerrados

y caminaba bajo la lluvia

y hacía barcos de papel

y me decía "chatita"

y se fue mientras yo estaba de viaje

y se apareció en sueños en la misma ciudad oscura de mi viaje

y me agarró la mano

y me dijo "no tengás miedo"

martes, 13 de marzo de 2012

Limbo

[O de cómo un tuit en Twitter se convierte en poema]







Hoy, la vida pasó tan rápido,
hoy, las palabras fueron cayendo,
hoy, cada cual tuvo lo suyo,
hoy, silencio con más de tres palabras.

Hoy, la vida, el polvo, el insomnio,
alguna que otra pesadilla.
Hoy, la dictadura y la democracia,
los venus, los martes, y las lunas,
grandes soliloquios,
pequeñas cavernas oscuras.

Hoy, miradas de cielo y agua,
hoy, misterios por descifrarse,
hoy, palabras y más palabras,
hoy, tristezas a punto de develarse.

Hoy, ahora,
este mismo instante,
estas mismas letras
que van callando.

Hoy, la vida pasó tan rápido.
Hoy, busco rincones donde encontrarte.

sábado, 10 de marzo de 2012

De cómo me convertí en poetisa en cuatro días.

Me ha gustado contar historias desde pequeña, mi mamá me enseñó cómo cualquier cosa, cualquier evento, cualquier hoja que cae, cualquier persona que pasa; se puede convertir en un cuento, un relato... Mi mamá nos contaba historias a la luz de candelas en la época de guerra, de apagones, de toque de queda. Ella convertía los personajes menos interesantes en héroes de historias increíbles.

En algún momento de mi vida creí que podía contar historias y escribirlas. Me inscribí en un taller de relato breve. En el año y medio que duró el curso escribí alrededor de treinta historias. Un niño que que mira flores de maquilishuat sobre una rampa llena de muertos durante la guerra, un asesino a sueldo que termina enamorándose  de su víctima, una mamá que se convierte en burbuja, la sala de una casa llena de flores blancas, dos almas solas viajando en un taxi, un rey demasiado quisquilloso,  un niño que se obsesiona con el pelo de la compañerita de adelante en el colegio, una paella que nunca se cocinó, una mujer que aprendió a mirar, un ángel que pierde sus alas, una mujer que sigue amando al mismo hombre durante siglos... Tuve muchas historias que contar.

Y bueno, movida por las ganas de seguir contando cosas, me inscribí en el Taller de Escritura Creativa en el Centro Cultural de España, impartido por el poeta uruguayo Roberto Mascaró, y entre todo lo que compartimos con el grupo estuvo una interesante incursión a Santa Tecla una tarde demasiado soleada de miércoles. Visitamos el parque con su kiosco al centro, el mercado con sus olores particulares, caminamos por las calles de Tecla y de ese recorrido salieron algunos interesantes ejercicios.

Uno de los míos fue este:

Historia de miles.


Llega arrastrando los pasos, arrastrando una vida que dejó atrás como sus muertos, una historia con muchas penas, y sin ninguna gloria.
Baja su canasto cargado de mangos, de olores fuertes, de dolores antiguos, de lágrimas, de vacíos, de preguntas nunca hechas, de respuestas que se fueron quedando entre las esquinas oscuras del mercado.
Baja su canasto arqueando la espalda, el dolor de siglos se le instala en la memoria.

Baja su canasto, descarga su historia.

Para mí es un relato, el maestro me dijo que es poesía. Para mí es una historia de una señora sentada en una grada en el mercado con su canasto de mangos, su historia triste, su sonrisa fingida. Para mí es la historia de todos, de la tristeza de todos. De la tristeza entera de un país.

¿Usté qué opina?