martes, 24 de mayo de 2011

No me gusta

que se desordenen las cosas en la carretilla del súper,
los retenes, porque no tengo licencia >aunque creo que a nadie le gustan<
el amarillo de los semáforos,
ni las colas de los bancos,
ni las colas del Ministerio de Hacienda
ni las colas de las embajadas
digamos que ninguna cola

Esa lámpara,
ese desorden.
Vaya, los fanatismos; llámense políticos, deportivos o religiosos.
El café con azúcar >debería ser pecado<

Las matemáticas,
la física
y todas las cosas
a las que no les encuentro sentido práctico.
Mejor dicho: no me gusta
nada que no pueda entender
para qué sirve, ni cómo se hace.


Y ya que hablamos de eso:
no me gusta que me digan
cómo hacer algo que ya sé cómo hacer.

No me gusta poner gasolina
ni cambiarle las llantas al  carro
ni siquiera echarles aire;
vaya, digamos que
ni siquiera sé cómo se hace.

No me gusta Mozart,
ni la gran bulla que le han hecho históricamente
no le encuentro el chiste, veá;
pero digamos que lo oigo por el efecto.
El tal Efecto Mozart
al que no le encuentro el efecto.

No me gusta que me hagan esperar, OYEN?

Y hay una lista interminable de alimentos
que no me gustan:
las berenjenas
la cebolla
el ajo
el pescado
los camarones
las ostras
las conchas
vaya, digamos que todos los mariscos,
moluscos, crustáceos, cetáceos <- :D :D
la piña
la miel
los kiwis
los hongos
el queso de cabra
y todo lo que tenga que ver con cabra (yiuk!)

Esta lista sigue,
pero la tengo que terminar aquí,
porque tengo que ir a trabajar.

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