sábado, 10 de marzo de 2012

De cómo me convertí en poetisa en cuatro días.

Me ha gustado contar historias desde pequeña, mi mamá me enseñó cómo cualquier cosa, cualquier evento, cualquier hoja que cae, cualquier persona que pasa; se puede convertir en un cuento, un relato... Mi mamá nos contaba historias a la luz de candelas en la época de guerra, de apagones, de toque de queda. Ella convertía los personajes menos interesantes en héroes de historias increíbles.

En algún momento de mi vida creí que podía contar historias y escribirlas. Me inscribí en un taller de relato breve. En el año y medio que duró el curso escribí alrededor de treinta historias. Un niño que que mira flores de maquilishuat sobre una rampa llena de muertos durante la guerra, un asesino a sueldo que termina enamorándose  de su víctima, una mamá que se convierte en burbuja, la sala de una casa llena de flores blancas, dos almas solas viajando en un taxi, un rey demasiado quisquilloso,  un niño que se obsesiona con el pelo de la compañerita de adelante en el colegio, una paella que nunca se cocinó, una mujer que aprendió a mirar, un ángel que pierde sus alas, una mujer que sigue amando al mismo hombre durante siglos... Tuve muchas historias que contar.

Y bueno, movida por las ganas de seguir contando cosas, me inscribí en el Taller de Escritura Creativa en el Centro Cultural de España, impartido por el poeta uruguayo Roberto Mascaró, y entre todo lo que compartimos con el grupo estuvo una interesante incursión a Santa Tecla una tarde demasiado soleada de miércoles. Visitamos el parque con su kiosco al centro, el mercado con sus olores particulares, caminamos por las calles de Tecla y de ese recorrido salieron algunos interesantes ejercicios.

Uno de los míos fue este:

Historia de miles.


Llega arrastrando los pasos, arrastrando una vida que dejó atrás como sus muertos, una historia con muchas penas, y sin ninguna gloria.
Baja su canasto cargado de mangos, de olores fuertes, de dolores antiguos, de lágrimas, de vacíos, de preguntas nunca hechas, de respuestas que se fueron quedando entre las esquinas oscuras del mercado.
Baja su canasto arqueando la espalda, el dolor de siglos se le instala en la memoria.

Baja su canasto, descarga su historia.

Para mí es un relato, el maestro me dijo que es poesía. Para mí es una historia de una señora sentada en una grada en el mercado con su canasto de mangos, su historia triste, su sonrisa fingida. Para mí es la historia de todos, de la tristeza de todos. De la tristeza entera de un país.

¿Usté qué opina?

2 comentarios:

  1. A veces la poesía relata. Técnicamente, usa un ritmo muy propio del verso libre, así como otras licencias poéticas y podría versificarse sin ninguna dificultad. Yo estaría de acuerdo en que es un poema. Digo yo pues.

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