Pues que anoche no podía dormir. Me desperté a las 3 am dando vueltas y vueltas y como ya me conozco, luego de media hora en las mismas, me levanté a prepararme un té y leer un libro. Y verán, a esas horas de la madrugada y con insomnio, lo más recomendado es leer algo light, así que me aboqué a este querido y hermoso libro:
que compré hace más de tres años y el cual he ido leyendo por capítulos, o mejor dicho: por palabras. Aquí pueden leer la historia de Agosto y aquí la de Anfitrión y Argentina.
El asunto es que abrí el libro "randommente" y caí por casualidad en canario (esta es una muy buena historia también, recuérdenme que se las cuente luego), cáncer y luego CANDIDATO. Según esto, la primera definición que se tiene de la palabra data del año 1729:
El que pretende y aspira o solicita conseguir alguna dignidad, cargo o empleo público honorífico. Candidato procede del latín candidatus (el que viste de blanco) derivado del verbo candere (ser blanco, brillar inmensamente), voz con la que se designaba en Roma a quienes se presentaban como aspirantes a cargos públicos. En el ritual político romano, los candidatos debían cambiar su habitual toga por una túnica blanca (candida) con la que se exhibían públicamente para manifestar la pureza y honradez que cabe esperar de los hombres públicos.
Dice por allí el libro, que de la misma palabra candere también se derivan otras como candelabro, candente, candela, cándido e incandescente... Imagínense, a estas alturas de la historia, aunque nuestros candidatos, los que ahora están en contienda, se presentaran con túnicas blancas creo que nadie creería en la pureza de sus intenciones.
Oh, y miren qué linda la ilustración del CANDIDATO, se parece al de Cadejo:
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