lunes, 27 de junio de 2011

La tristeza es un don...

Lo dijo Mario Benedetti y lo abrazo. Como tantas veces al leer sus palabras. Porque cada vez todo está claro, la tristeza como don hay que aceptarla, como se acepta, digamos, tener una voz para cantar; o aceptar esa afinidad que se tiene por las palabras, el don de poder juntarlas y decir con ellas lo que se quiera. La tristeza como don está allí, cercana y silente, haciendo guiños todos los días, saliendo de su muro de sombras o nostalgias o melancolías o recuerdos para llenarnos de dolores de pecho y rincones oscuros y nudos en la garganta.

Como cualquier don, la tristeza aparece cuando menos se la espera convertida
en canción,
en tarde gris y lluviosa,
en hojas que caen,
en mirada despiadada,
en silencio impenetrable
en ganas de ser lo que no sos
o no ser lo que otros quieren

y así

hasta parecer otra persona,
feliz de tener el don de la tristeza.

4 comentarios:

  1. "La tristeza como don está allí, cercana y silente, haciendo guiños todos los días, saliendo de su muro de sombras o nostalgias o melancolías o recuerdos para llenarnos de dolores de pecho y rincones oscuros y nudos en la garganta."

    Quizá sea que las personas que tenemos este don, nos gusta escuchar canciones en eterno loop, o leer post que nos hagan llorar, palabras de otra persona que entiende lo que significa la sensación de sentarse junto a la tristeza día tras día, sin sospechar porque, oh sorpresa!, somos tristes anónimas, siempre sonrientes, siempre ocurrentes, siempre despaviladas, pero por de repente... la tristeza sigue sentada junto a nosotras.

    Gracias Flor, por entender la tristeza o por aceptarla como tal. Esta triste profesional se lo agradece inmensamente.

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  2. Como te dije, me acordé un montón de vos al escribir esto, triste de profesión. No tiene nada de malo estar triste y ejercer el derecho a demostrarlo.
    Eso sí: todo con moderación.

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  3. Siguiendo la línea de ideas planteada en el post... #yoconfieso que ciertos días me siento superdotado.

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  4. Proiectus: entonces, bienvenido al club.

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