El punto es que, miren, uno va por allí por el mundo llamando a los sentimiento y a las emociones como son: al amor lo llamamos amor, al miedo lo llamamos miedo, a la tristeza, tristeza; y así sucesivamente. Pero no todo mundo está acostumbrado a eso. De hecho, el 99% de la gente no está acostumbrada a enfrentar los sentimientos. Conozco personas que su vulnerabilidad la esconden en el sarcasmo y las bromas, otros la disfrazan de enojo, otros la convierten en chantaje emocional, quieren inspirar lástima, quieren que uno adivine sus sentimientos, hay otros que anulan su vulnerabilidad trabajando. Sorry, no soy así. Mucha gente me confunde, saben... Especialmente los hombres. Los hombres esperan que uno adivine sus sentimientos o que vaya por la vida creyendo que no los tienen. "Todo está bien", parecen decir, mientras una casa completa se les está cayendo encima. Y siguen sonriendo.
Y entonces, hay momentos en la vida en que uno reniega por ser como es, por llamar a los sentimientos como son y por no tener nada que esconder porque no sabés disfrazar las emociones, por ir por la vida sin filtro diciendo las cosas como son y a veces hasta sin pensarlo. Una amiga un día me dijo "deberías tener más cuidado de cómo decís las cosas y a quién se las decís, mirá que a veces decís unas cosas bien raras." Eso me dijo. Y llegado a ese punto, lo que hago es "enconcharme", porque la verdad, no sé ser de otra manera.
Pero sucede que un día equis de esos en que el mundo parece que se te va a venir encima, un día de esos en que luchás con vos misma para quedarte callada, para ser como todo el mundo espera que seás, para no sentir lo que estás sintiendo; llega a tus ojos y a tus oídos un video que te cambia por completo la perspectiva de la vida... O de tu vida, al menos.
Un video como este:
Como verán, se llama El Poder de la Vulnerabilidad y cuando lo terminé de ver tenía ganas de aplaudir y abrazarla a ella, aparte de que estaba llorando, sí, porque así soy y cuando ella me dijo "he descubierto, que tenemos que dejarnos ver, que nos vean vulnerables. Hay que amar con todo el corazón aunque no haya garantías. Y esto es muy difícil, y puedo decirlo como madre, esto puede ser extremadamente difícil. Ejercer la gratitud y la dicha en esos momentos de terror cuando nos preguntamos "¿Puedo amarte tanto? ¿Puedo creer en esto tan apasionadamente? ¿Puedo enojarme tanto por esto?" Me puedo detener y en lugar de ser catastrófico decir: "Simplemente estoy muy agradecido". "Porque estoy vivo, porque sentirse vulnerable significa estar vivo" sentí que no podía estar tan equivocada, entendí que tal vez los equivocados son el otro 99%, entendí que no importa si llamo a ese amigo para decirle que lo quiero y me pregunte si estoy borracha, entendí que no importa si soy la única en 15 metros a la redonda que se emociona con el amanecer y se sigue emocionando y se sigue emocionando. Entendí que no importa, porque sí yo le digo a alguien que lo amo no hay garantía que me amé de regreso, eso lo tengo bien claro; lo que sí importa es que lo dije, lo dije para siempre.
Fue casi una revelación.
Y entonces entendí otra cosa y se la dije a la Marce (que fue quien me presentó el video) ayer: el punto es que vivimos esperando la aprobación de los otros para cada uno de nuestros actos y si no la tenemos somos infelices. Cuando en realidad la felicidad debería ser al revés, de adentro para afuera, pues. Sí, ya sé que es un cliché, pero es la pura verdad y en todo este proceso de #rehabilitación2014 (próximamente en este mismo blog) espero alcanzarla. Esa verdad. Y muchas otras verdades.
Todo está bien. O al menos va a estar bien.
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